La Vanguardia

Más que un presidente para el pueblo ruso

- GONZALO ARAGONÉS

El 18 de marzo en Rusia no es una fecha cualquiera. Las recientes elecciones presidenci­ales se celebraron ese día para hacerlas coincidir con el aniversari­o de la anexión de la península de Crimea el 18 de marzo del 2014. Este hecho, que en la mitología estatal actual se llama “regreso”, se ha convertido para la mayoría de los rusos de hoy en un momento histórico, no menos vieliki (grandioso) que la fundación de San Petersburg­o en 1703, la Revolución de Octubre de 1917 o el 9 de mayo de 1945, el Día de la Victoria ante la Alemania de Hitler. “Muchos observador­es occidental­es ven difícil entender que para muchos rusos Putin no es sencillame­nte un presidente, sino el verdadero fundador del Estado ruso postsoviét­ico”, escriben Iván Krástev y Gleb Pavlovski en un reciente informe del think tank Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.

Pero Putin no quiere quedarse en el Kremlin eternament­e. “Llevo pensando quién será mi sucesor desde el año 2000”, dijo en una entrevista al canal estadouni- dense NBC. Esos observador­es occidental­es no se lo creen. Krástev y Pavlovski coinciden con otros expertos internos que apuntan que en el 2024, a punto de cumplir 72 años, pasará a un segundo plano en política interna, “aunque es casi seguro que seguirá siendo el máximo responsabl­e en la política exterior rusa”.

En la cuestión interna, los rusos están con él. Se ha reducido la pobreza, el paro, la inflación, se vive mucho mejor que con Yeltsin, y por eso no hay una masa crítica que haga causa contra el excesivo control de los medios de comunicaci­ón y de la oposición, o contra el recorte del derecho de manifestac­ión.

En la externa, Putin cree que tras su último mandato seguirá habiendo un ambiente internacio­nal hostil contra Rusia. Para hacerle frente Rusia no sólo exhibe músculo con nuevas armas nucleares, como las que mostró el propio Putin a principios de marzo; además, el Kremlin tiene que preparar la era post-Putin. Otra vez se equivocan quienes creen que esa será una etapa de cambios. El propio Putin ha promociona­do a jóvenes líderes a puestos clave, como los gobernador­es, y se ha formado a cuadros muy preparados y sin ideología. No habrá reforma, ya que será “un grupo de tecnócrata­s que seguirán el camino marcado de ‘ajustar’ el sistema”, ha escrito el politólogo Gueorgui Bovt en el portal Gazeta.ru.

La estrategia de los países occidental­es, amontonand­o sanciones contra el círculo cercano a Putin, puede terminar doblegando a algunos oligarcas que vean sus cuentas corrientes menguar. Pero no al tenaz, fiel y sacrificad­o pueblo ruso.

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