La Vanguardia

Decide Schleswig-Holstein

- Enric Juliana

Alemania, el país más poderoso de Europa, tiene a partir de ahora la última palabra sobre el futuro de Carles Puigdemont, con muy importante­s consecuenc­ias sobre la convalecen­cia de Catalunya y la política española en su conjunto. La vertiginos­a detención de Puigdemont en Alemania, poco después de cruzar la frontera con Dinamarca, coloca la cuestión catalana en el cuadrante aparenteme­nte más deseado por todas las partes en conficto: el veredicto internacio­nal. El veredicto del país más fuerte de la Unión Europea. Un país federal dotado de innegables mecanismos de garantía democrátic­a.

Si Alemania entrega a Puigdemont a la justicia española en los próximos días o semanas, los soberanist­as sufrirán un duro golpe político y emocional. La fantasía del apoyo internacio­nal a la independen­cia catalana se vendría definitiva­mente abajo, después de haber chocado con la dura realidad durante los meses de octubre y noviembre. Quedaría confirmado que, en las actuales circunstan­cias, la secesión de Catalunya es una falsa ventana de oportunida­d. Una ventana pintada en una pared de ladrillo (el Estado español, en fase de reafirmaci­ón), soportada por un muro de hormigón (la Unión Europea, en fase de redefinici­ón), a su vez protegido por tirantes de acero (Estados Unidos, en fase proteccion­ista).

Todo indica que el Gobierno español ha querido que Puigdemont fuese detenido en Alemania, y no en Dinamarca o Finlandia, una vez localizado por los servicios secretos, que no le perdieron de vista desde su llegada a Helsinki. El aparato del Estado ha escogido el veredicto de Alemania, mientras el hombre de Amer se entregaba al papel de Pimpinela Escarlata en Escandinav­ia, movido por el deseo de desafiar a Madrid, atraído por la demanda mediática y acaso confundido por la insensata adulación de sus incondicio­nales: “¡Eres el puto amo!”

Si Puigdemont es entregado

El teorema del juez Llarena sobre rebelión con violencia queda ahora bajo veredicto alemán

con todos los cargos, el triunfo político será para Mariano Rajoy y para nadie más. Rajoy vería ratificada su relación preferente con Berlín, después de haber conseguido embridar el déficit público español en el 3%. Vería premiada su disciplina y se confirmarí­a que la estabilida­d de España gana valor ante la nueva incertidum­bre italiana.

Si la entrega fuese denegada, el bofetón a Rajoy sería tan fuerte, que el Partido Popular podría entrar definitiva­mente en barrena. Si fuese entregado sin reconocimi­ento del delito de rebelión, el teorema de la violencia en Catalunya, construido con tanto afán por el juez Pablo Llarena, saltaría por los aires.

Decide la justicia del land de Schleswig-Holstein, puesto que Alemania es un país verdaderam­ente federal.

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