El vendaval y la razón
La detención de Puigdemont en Alemania remata una semana en la que la política catalana ha tomado tonalidades muy dramáticas y complicadas, después de la entrada en la cárcel de Turull –que pretendía ser investido president– y cuatro dirigentes independentistas más. La aceleración de los hechos, después de unos meses de congelación posteriores al 21-D, dificulta toda previsión. Hay más preguntas que respuestas: ¿Cómo afectará la nueva situación de Puigdemont a las decisiones de los líderes de JxCat y ERC que tienen entre manos hacer gobierno antes de que pasen dos meses? ¿Cómo influirá el nuevo estatus de Puigdemont en las acciones de las bases independentistas, más inspiradas ahora por la ANC (con nueva dirección) y los CDR que por los partidos?
Turull pronunció un discurso de investidura que no se salía de los límites autonómicos y evitaba escrupulosamente cualquier retórica republicana. La CUP y los sectores más partidarios de intensificar el pulso con el Estado se lo reprocharon. El presidenciable de JxCat y ERC proponía rebajar la tensión, y por eso volvió a hablar de diálogo. Las prisiones incondicionales dictadas por Llarena y la detención de Puigdemont han reavivado
El aterrizaje en el realismo de los dirigentes de ERC y JxCat es hoy más complicado que ayer, pero no menos urgente
la indignación de los independentistas y también de muchos que no lo son, y descolocan a los dirigentes que priorizan hacer gobierno. Como sucedió después de las cargas policiales del 1 de octubre. Pero todo eso no asegura que una eventual huelga general tenga éxito, sobre todo por el papel que han adoptado los grandes sindicatos.
El aterrizaje en el realismo de los dirigentes de ERC y JxCat es hoy más complicado que ayer, pero no menos indispensable ni menos urgente. En este sentido, una de las cuestiones políticamente más relevantes es la siguiente: ¿hasta qué punto el “frente unitario en defensa de la democracia y de los derechos fundamentales” que solemnizó el sábado el presidente del Parlament y suscribieron independentistas y comunes puede tener traducción a la hora de hacer gobierno? De entrada, la CUP forma parte de este frente antirrepresivo pero hará oposición, lo cual evidencia que la mayoría alcanzada el 21-D es hoy más pequeña y precaria. Con los cuperos al margen de la gobernabilidad, la apertura a los comunes es obligada. ¿Catalunya en Comú estaría dispuesta a facilitar la investidura de un candidato de JxCat sin causas con la justicia? ¿Qué podría pedir Domènech a cambio? ¿Tendría este hipotético acuerdo repercusión en la política barcelonesa?
Mientras escribo esto, hay mucha gente en las calles y algunas voces destacadas del independentismo –Riera y Carod-Rovira, por ejemplo– proponen responder con la investidura exprés de Puigdemont, un gesto de choque que volvería a poner la mesa del Parlament en manos de los jueces. Emociones a flor de piel y más necesidad de política que nunca. JxCat y ERC deben mantener la razón democrática y la calma en medio del vendaval.