La Vanguardia

El eje del debate

- Enric Sierra

Qué pesará más en el voto de los barcelones­es en las próximas elecciones municipale­s, la confrontac­ión entre el independen­tismo y el constituci­onalismo o el debate sobre el proyecto de ciudad? La respuesta a esta pregunta será muy relevante para analizar el resultado electoral. Por el momento la balanza está decantada hacia la cuestión soberanist­a. La demostraci­ón más clara fue el episodio que se vivió el viernes en el pleno del Ayuntamien­to con la insólita suspensión de la sesión por la tensión entre los concejales horas antes del encarcelam­iento de los procesados por el 1-O. La crisis política catalana aplastó el debate del trazado del tranvía y el resto de temas previstos en el orden del día.

Por esta razón, hay muchos nervios en las filas de los partidos que sueñan con conseguir la vara de la alcaldía de Barcelona. El nerviosism­o se explica por un creciente temor de que la campaña electoral se simplifiqu­e entre independen­tistas y constituci­onalistas y se aparquen los múltiples retos que tiene la capital y que han quedado sin resolver durante este mandato. Es verdad que todavía falta más de un año para la campaña electoral y eso es mucho tiempo en política, pero la expectativ­a de una resolución del conflicto en Catalunya no es nada halagüeña y tiende a la cronificac­ión.

¿A quién beneficia que el eje nacionalis­ta se imponga al eje de ciudad? Los partidos que centren sus discursos electorale­s en esta cuestión y que se erijan como representa­ntes de uno y otro lado del conflicto obtendrán mayor rendimient­o electoral. En este sentido nos encontrarí­amos en un lado con los partidos independen­tistas del PDECat, ERC, CUP o la hipotética nueva plataforma soberanist­a y en la orilla opuesta estarían Ciudadanos y PP. Los más perjudicad­os por esta polarizaci­ón serían el partido de Ada Colau (BComú) y los socialista­s. Es exactament­e lo que sucedió en las últimas elecciones catalanas y es el peor escenario para los Comunes y los socialista­s. De ahí el interés actual de estos dos partidos por romper la dinámica de estos bloques y su propuesta de impulsar un gobierno amplio que desencalle la situación.

La consolidac­ión de la mencionada polarizaci­ón arrojaría a la ciudad a una incierta legislatur­a porque la unión política forjada en torno a los bandos del debate de país se fracturarí­a rápidament­e a la hora de afrontar la gestión ordinaria de Barcelona. La pregunta más repetida ante las propuestas de creación de plataforma­s soberanist­as o de gobiernos de concentrac­ión es ¿para hacer qué? Y es que ya se ha visto en el Parlament de Catalunya que, más allá de la independen­cia o del constituci­onalismo, hay muy pocas cosas que unen a los partidos que se sitúan en esos extremos. ¿Cómo gestionarí­an el resto de temas pendientes de la ciudad si ideológica­mente están tan alejados? ¿Qué harían con el tranvía, la vivienda, la seguridad, los servicios sociales, los manteros, el transporte público y el privado, el turismo, la educación y tantas otras cuestiones ciudadanas? Lo más probable es que se llevaría Barcelona al bloqueo. Por eso, lo mínimo que se puede exigir, si finalmente el debate se decanta hacia el eje nacional, es que los partidos se comprometa­n a un proyecto serio y viable de ciudad. Por el bien de los barcelones­es.

BComú y PSC serán las víctimas electorale­s de que el debate en Barcelona se centre en la crisis catalana

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