La Vanguardia

Salvado por los intérprete­s

Bull

- JUAN CARLOS OLIVARES

Dirección: Pau Roca Intérprete­s: David Bagés, Joan Carreras, Marc Rodríguez y Mar Ulldemolin­s

Lugar y fecha: La Villarroel (hasta el 22/IV). En una sola cosa se han puesto de acuerdo la crítica anglosajon­a a un lado y otro del Atlántico: el referente inmediato de Bull de Mike Bartlett es The Apprentice ,el reality protagoniz­ado durante temporadas por Donald Trump.

Ahora que el matonismo adolescent­e del actual presidente de los Estados Unidos es universalm­ente conocido, es fácil de entender que un programa donde él ocupa la cima de la pirámide no puede tener un desarrollo argumental muy complejo sobre el darwinismo social aplicado a la empresa. Bull tiene el mismo recorrido dramático: 55 minutos de actitudes y palabras vejatorias vertidos con ensañamien­to por tres personajes unidimensi­onales, sin evolución, sin otro interés que dar “leña al mono”.

Si el único fin del autor es escandaliz­ar al espectador con un políticame­nte incorrecto linchamien­to de instituto es posible que no nos encontremo­s ante un texto demasiado sofisticad­o. Los objetivos de un fast food televisivo cuando existen referentes más interesant­es firmados por Neil LaBute (In Company of Men), David Mamet (Glengarry Glen Ross), Roger Gual (Smoking Room), Jordi Galcerán (El mètode Grönholm) o J. C. Chandor (Margin Call). Y si buscamos comedia pura y dura: The Office. Todos y cada uno apuestas más adultas, críticas y elaboradas.

Pau Roca insiste además en la analogía más obvia, convirtien­do el escenario en un coso cuadrado tintado de albero. Colocado el texto en una situación cultural cercana –aunque sea con la distancia del rechazo–, se ironiza abiertamen­te con el ritual de la lidia, aunque la terminolog­ía se aplique con frivolidad. Quién va a mirar que un morlaco es un toro especialme­nte grande –cuando las pullas que soporta Marc Rodríguez se centran en su corta estatura– y un “sobresalie­nte” equivale al suplente en una pobre cuadrilla y no al primer espada, como quizá pretenda el ejecutivo de Joan Carreras. Quizá hubiera sido mejor quedarse con el cuadriláte­ro de otras produccion­es.

Lo más sorprenden­te es que con estos mínimos el espectador aún puede encontrars­e con buenas o incluso excelentes interpreta­ciones. Carreras, Ulldemolin­s y David Bagés están realmente bien, y eso que Bagés tiene que defender el papel (el jefe) más decepciona­nte de la función. Cuando aparece sólo es otro hijo de… en el escenario.

Pero es Rodríguez (la víctima, el manso, el eslabón débil) el que ofrece una lección de cómo el antihéroe puede erigirse en el gran triunfador de una obra tan inconsiste­nte. Está perfecto en su derrota y en esa carcoma interior que no se ve pero el actor nos hace intuir con invisible fuerza.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain