Tres lecturas para esperar el Apocalipsis
Si el fin del mundo no llega antes, el 4 de abril pasarán dos cosas buenas: el Barça jugará contra el Roma en el Camp Nou y llegará a las librerías Todo Messi, ejercicios de estilo (Ed. Anagrama), de Jordi Puntí. Teniendo en cuenta la actualidad, rendida a las pulsiones insurreccionales de un universo político más asambleario que representativo, los placeres relacionados con el fútbol tendrán que competir con otros opios del pueblo. Pero si sobrevivimos a la dictadura de la inmediatez, les recomiendo lo que Puntí define como un “cromo en movimiento” sobre la trayectoria de Messi. El género de ejercicio de estilo no ha sido escogido a la ligera. Sitúa la ambición de Puntí en el punto justo de erudición recreativa y, al mismo tiempo, de homenaje a una manera de entender la literatura desprovisto de énfasis. En la práctica, el libro tiene la virtud de ordenar no tanto la vida y la obra de Messi (analizadas en otros libros) como la cronología de nuestra percepción del fenómeno. Sin aspavientos y respetando la dimensión misteriosa del protagonista plenipotenciario de esta historia de amor y éxito, el libro rememora el debut de Messi en el Barça, con un visionario número 14 a la espalda, y propone jugosas correspondencias entre el fútbol del argentino y la literatura de Italo Calvino o Joe Brainard. Como siempre que se trata de fútbol, hay mucha memoria, contada sin excesos de nostalgia babosa pero recuperando momentos tan memorables como cuando Puntí telefoneó a casa de Maradona para manifestarle su apoyo de hincha anónimo (Maradona no estaba, por supuesto).
Hace tiempo que la batalla del fútbol como elemento de cultura popular está ganada y que el tópico de los aficionados palurdos, catetos y analfabetos ha pasado a la historia. Pero también es verdad que, con excesiva frecuencia, el fantasma de la violencia individual y colectiva, de la estulticia organizada y la piratería mafiosa intenta recuperar el territorio del fútbol entendido como elemento de barbarie y fanatismo gregarios. Que una figura como la de Messi, sometida a interpretaciones simplistas y a intereses de adhesión incondicional, sugiera un libro tan inteligente como el de Puntí es un triunfo –no por goleada pero sí con un estilo de rondo que simplifica la complejidad– del buen periodismo literario.
GALICIA. Mientras esperan la publicación del libro de Puntí (4 de abril), pueden sumergirse en Nos parece mejor (Ed. Libros del K.O), del periodista Nacho Carretero. Incidentalmente conocido por ser el autor de Farinha, Carretero es un aficionado del Dépor que se ha sumado a la excelente alineación de Hooligans ilustrados (con tesoros como los libros de Manuel Jabois sobre el Real Madrid, de Enric González sobre el Espanyol o de Enrique Ballester sobre el Castellón). Aquí la materia prima es el Dépor. Desde aquella jornada en la que Djukic llevó el concepto de pena máxima a la más alta expresión hasta el desmantelamiento de un equipo con figuras como Mauro Silva, Makaay, Djalminha o Fran o la monumentalidad corporativa de El Manjar, el restaurante donde el presidente Lendoiro sometía a sus interlocutores a un ritmo de negociación de timba y orujo, Carretero hace un inventario sentimental que vuelve a confirmar la diversidad de devociones que es capaz de generar el fútbol.
COLOMBIA. En esta línea de talento periodístico y literario al servicio del fútbol, un plato fuerte y altamente proteínico: Autogol, de Ricardo Silva Romero (Ed. La Navaja). Es el retrato novelado de la catástrofe que vivió Colombia después de que, en el Mundial de 1994, Andrés Escobar se marcara un gol en propia puerta. El protagonista es un comentarista radiofónico, Pepe Calderón, que sufre la fulminante maldición de quedarse mudo justo después de asistir a un aparente accidente que, en la práctica, tendría consecuencias trágicas para Escobar, el fútbol y Colombia. Aquí la ambición del autor es tan grande como el resultado obtenido. Espléndido, intenso, con momentos que el lector nunca olvidará y que explican no sólo lo que vivimos entonces sino todo lo que no vimos. La putrefacción ética del entorno de la selección, de qué modo los técnicos y los jugadores se abandonaron a la euforia del éxito, como el submundo de las apuestas interfirió para imponerse con métodos mafiosos, todo contribuye a convertir Autogol en una de las grandes novelas –ahora que aún estamos consternados por la prematura muerte de Philip Kerr– sobre fútbol.
El libro de Puntí ordena todas las emociones que Messi nos ha regalado
Leer estos libros es el mejor homenaje que se le puede hacer a Philip Kerr