Ethical time, “una forma de entender la vida”
Ignasi Eiriz estudia segundo de Publicidad y Relaciones Públicas en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona y con 19 años ha creado un proyecto que, en diciembre, logró superar la barrera de los 23.000 euros de recaudación en la plataforma de
crowdfunding Verkami. Su propuesta es Ethical Time, una aplicación de moda sostenible que es mucho más que eso. “Ethical Time no es un espacio donde solo comprar, sino una forma de entender la vida”.
¿De dónde sale el proyecto?
Hace dos años decidí que no quería seguir fomentando la explotación laboral en mis compras y me pregunté dónde podía comprar ropa que fuera coherente con mis valores. Busqué alternativas en el mercado y descubrí que había muchas tiendas y marcas que aseguraban el trabajo digno de sus trabajadores, también cumplían requisitos medioambientales… Empecé a comprar en estas tiendas, la gente de mi alrededor me preguntaba dónde y me convertí en un intermediario entre unos y otros. Al final, me pasaba el día buscado ropa para otras personas, de modo que decidí que tenía que existir una herramienta para conectarnos.
El proyecto nació como una fundación sin ánimo de lucro.
Tuvimos un impacto muy grande. La campaña de micromecenazgo fue un éxito y participaron más de 500 persona. Vimos que necesitábamos una herramienta más profesional y decidimos llevar el proyecto un paso más allá: que a través de nuestra aplicación se pudiera comprar. La inversión debería ser mayor y era complicado seguir avanzando siendo una asociación, también de cara a los inversores. Sin embargo nuestra filosofía sigue siendo la misma.
Ponéis en contacto a marcas con usuarios ¿Quién decide qué marca puede estar en vuestra plataforma?
Pedimos a las marcas dos requisitos: que nos aseguren el trabajo digno de todas las personas que tienen en toda su cadena de suministro, producción y confección; y que nos garanticen que trabajan con materiales sostenibles o de proximidad. Eso lo conseguimos con los certificados que ya existen y que garantizan las buenas prácticas de las empresas. ¿Hay una tendencia a ser más conscientes del origen de la ropa que usamos? Cuando la gente conoce nuestra propuesta siempre pregunta, ¿gustará? ¿está la sociedad preparada? Es el mismo proceso que sufrió el sector de la alimentación. En el de la ropa empezó en 2013 cuando se derrumbó un edificio en Bangladesh. En el último año, en España, ha aumentado un 40% el número de marcas que producen ropa sostenible; y las 500 empresas que hay, se han creado en los últimos 5 años.
Con el 'crowdfundig' reunisteis 23.000 euros. ¿Y ahora qué?
Queremos desarrollar una primera aplicación informativa que saldrá en junio. No se podrá comprar sino que te redirigirá a la tienda. Es un cambio muy grande respecto a lo que hay ahora pero creemos que todavía hay una barrera. A partir de diciembre queremos que desde la app se pueda comprar.
Vuestro objetivo es construir una red de consumidores de moda sostenible. ¿Dónde?
Queremos empezar en España, pero extendernos a nivel internacional en 2020.
Estuvisteis presentes en el 4YFN. ¿Cómo fue la experiencia?
Éramos la start-up que siempre tenía gente y los inversores se fijan en eso. Muchos se han interesado por nosotros pero hay pocos inversores que nos interesen porque queremos que tengan nuestra misma filosofía y objetivos, los mismos requerimientos éticos.
No hay ningún proyecto similar al vuestro.
Somos la primera app de moda sostenible. Siempre he pensado que es un concepto muy sencillo, se trata de preguntar a los consumidores si están a favor o en contra de la explotación. Se trata de reivindicar que cuando hablamos de ética significa exigir unas condiciones para los demás que tú querrías para ti mismo. Ahora tenemos ropa y la ropa ética. Es vergonzoso que la ropa que consideramos normal no sea la ética porque estamos normalizando que haya unas personas que trabajan en condiciones laborales pésimas.
"Es vergonzoso que la ropa que consideramos normal no sea la ética porque estamos normalizando que haya unas personas que trabajan en condiciones laborales pésimas".