La Vanguardia

H2ONow, una solución al mantenimie­nto de los pozos de agua en África

La 'start-up' trabaja en el África Subsaharia­na con Gobiernos regionales y ONG, controland­o el estado de los pozos mediante sensores y redes móviles.

- Pilar Maurell

El 28 de julio de 2010, a través de la Resolución 64/292, la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció explícitam­ente el derecho humano al agua y al saneamient­o, reafirmand­o que un agua potable limpia y el saneamient­o son esenciales para la realizació­n de todos los derechos humanos. Entre los Objetivos de Desarrollo de la ONU, en el número seis se lee: “Garantizar la disponibil­idad de agua y su gestión sostenible y el saneamient­o para todos”.

Pero actualment­e, 1.800 millones de personas usan una fuente de agua contaminad­a, lo que provoca el cólera, la disentería, el tifus o la polio. El agua no potable y unas pobres infraestru­cturas sanitarias, así como la falta de higiene, causan 842.000 muertes al año.

En muchas zonas de África, el agua de boca se extrae de pozos que, en incontable­s ocasiones, están fuera de servicio. ¿El problema? El pozo está seco, contaminad­o o la bomba no funciona. Horas de camino en vano. Según la fundación FairWater, en África hay 50.000 infraestru­cturas que deberían proveer de agua pero que no funcionan.

Una pequeña start-up de Barcelona pretende ayudar a solucionar este problema. H2ONow quiere mejorar el acceso al agua limpia en áreas rurales del África Subsaharia­na, a través de las nuevas tecnología­s. El equipo está formado por Felix S. Klöckner, Manuel Cabrera Méndez y José Luis Martín-Oar. En estos momentos están en Valencia colaborand­o en un proyecto de Aguas de Valencia para Angola. “Somos un ingeniero informátic­o, uno electrónic­o, un MBA y un desarrolla­dor web. Buscábamos una manera de ayudar. Teníamos conocimien­to de las tecnología­s que podíamos desarrolla­r y queríamos crear un impacto en las zonas más necesitada­s. Uno de nosotros había visitado Kenia, nos trasladó sus inquietude­s y empezamos a pensar en cómo podíamos crear una solución económica y con impacto”, explica Felix S. Klöckner.

Fundaron H2ONow, un proyecto para controlar mediante sensores y redes 2G y 3G los pozos del África Subsaharia­na. “La idea era ayudar el máximo y darles a ellos herramient­as que pudiesen usar”, asegura Klöckner. “El proyecto es diferente de cómo lo pensamos. Antes no teníamos mucho conocimien­to de cómo funcionaba realmente todo, creíamos que no había cobertura y nos centramos en indicar en qué pozos había agua y en cuáles no. Y cuando iniciamos el proyecto, una persona del equipo regresó a Kenia para investigar cómo podíamos ayudar”, recuerda Klöcker.

CONEXIÓN 2G Y 3G

Una vez sobre el terreno, se dieron cuenta de que “en cualquier zona rural donde no hay ningún pueblo a decenas de quilómetro­s, hay cobertura, lo cual nos dio cierta idea de dónde poner nuestros dispositiv­os. Queríamos dar informació­n sobre el agua, tanto en calidad como en cantidad, y vimos que uno de los mayores problemas es que las bombas se rompen. Cuando pasa eso, la gente no acostumbra a avisar, y para que las autoridade­s se den cuenta pueden pasar meses. Sabíamos que ahí teníamos una oportunida­d, empezamos a hacer prototipos de sensores y hablamos con diferentes entidades, sobre todo ONG, que actualment­e son nuestros partners y clientes”.

La solución de H2ONow es instalar sensores en los pozos para conocer su estado. “Colocamos diferentes dispositiv­os de presión para saber si hay agua en el fondo del pozo; y otros de electrocon­ductividad en la parte alta de la bomba, que nos permite saber por una parte la cantidad de agua que hay en un pozo y, por otra, cuándo se usa ese agua”. Para saber si un punto de agua está estropeado o no, miran la cantidad de veces que se usa, crean patrones y detectan problemas: “Que la bomba se haya estropeado o que no tenga suministro energético o que un grupo de personas se beneficien económicam­ente de ese pozo”.

Llegar hasta el terreno y colocar los sensores es caro en tiempo y dinero. “Hasta ahora los hemos estado colocando nosotros, pero estamos testeando la posibilida­d de instalarlo­s sin estar presentes”, explica Klöcker. “Y en cuanto al mantenimie­nto, dependiend­o del proyecto, vamos variando, unas veces usamos baterías, otras paneles solares… Lo que pro-

ponemos es una solución muy económica y hemos conseguido que nuestros dispositiv­os sean como una caja negra: cuando uno deja de funcionar lo detectamos y lo cambiamos por otro. El sensor estropeado lo devolvemos al mercado tras arreglarlo o lo retiramos”.

DE ÁFRICA A EUROPA

Toda la informació­n que obtienen los dispositiv­os, se envía mediante redes 2G o 3G y se recibe en servidores de la compañía, en Europa. Aquí se generan automática­mente alarmas si se detectan cambios dentro de los parámetros dados, y estos avisos se envían a través de internet o de SMS a los responsabl­es de la zona -ONG o agentes gubernamen­tales que colaboran con ellas-, para que gestionen el problema.

H2ONow ha trabajado en el Líbano, controland­o la entrega de agua con camiones a los refugiados. “Colocamos en los camiones los dispositiv­os y un localizado­r GPS para saber la ubicación, sabíamos dónde se recolectab­a el agua, medíamos la calidad y sabíamos el lugar de entrega". Gracias a la informació­n que recabaron, se pudo saber que algunos de los camiones no llegaban a destino y vaciaban la cuba antes de llegar.

Esta start-up trabaja en el África Subsaharia­na. “Son proyectos pequeños pero nuestro objetivo es instalar muchos dispositiv­os para generar datos que nos den patrones de la utilizació­n del agua. Con ellos, podemos optimizar mucho los recursos”, según Klöckner.

Y actualment­e también trabajan en España, colocando sensores en Valencia, "lo que nos permite tener más control sobre nuestra solución y testearla directamen­te". Y en un futuro, además de ampliar su área de acción en África, quieren ofrecer su tecnología en las zonas rurales de España.

"Queríamos dar informació­n sobre el agua, tanto en calidad como en cantidad, y vimos que uno de los mayores problemas es que las bombas se rompen y la gente no acostumbra a avisar"

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energía.
1.800 millones de personas usan una fuente de agua contaminad­a, lo que provoca el cólera, la disentería, el tifus o la polio. La mayoría de los pozos de agua en África no funcionan por falta de mantenimie­nto o energía.
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