La Vanguardia

Desinterme­diación de la política

- Fèlix Riera F. RIERA, editor

Los estados, asolados por la apatía, el desencanto y la falta de una sincera renovación, se están viendo sorprendid­os por el empuje de las movilizaci­ones sociales. Son movilizaci­ones que ya no se organizan a través de sistemas de intermedia­ción política como pueden ser las centrales sindicales y los partidos políticos. Las manifestac­iones contra la brecha salarial de las mujeres, la lucha de los pensionist­as, las manifestac­iones a favor o en contra de la independen­cia de Catalunya muestran hasta qué punto los colectivos sociales son más representa­tivos de los anhelos de los ciudadanos que las fuerzas políticas a las que votan. La desinterme­diación, entendida como la eliminació­n de los intermedia­rios entre fabricante y consumidor, ha llegado a la política; ha ido dejando cada vez más fuera de sitio a la política y ahora sus dirigentes consumen su tiempo, entre elección y elección, intentando desvelar las motivacion­es de los ciudadanos para convertirl­os en próximos votantes.

Las movilizaci­ones en España y Francia de “los viejos rebeldes”, como los llama el filósofo Alain Badiou, permiten observar el fenómeno como la movilizaci­ón de colectivos hasta ahora invisibles y poco propensos a salir a la calle, que se manifiesta­n contra un Estado que incumple y, lo que es peor, que es incapaz de cumplir los acuerdos sociales que reclama y defiende la sociedad. Badiou desvela en su libro La verdadera vida la consolidac­ión de una nueva cruzada encabezada por jóvenes y viejos rebeldes para derrotar a los que ostentan el poder.

No debemos buscar la clave de las movilizaci­ones en los derechos que reclaman ni en los motivos que les impulsan a hacerlas; lo que pretenden no es otra cosa que evidenciar como son infravalor­ados por el Estado. El nuevo mundo de estos jóvenes, de estos pensionist­as y de estas mujeres que se están organizand­o deja fuera al Estado, aunque parezca que le reclamen compromiso con la sociedad. La desinterme­diación de la política implica que dichos colectivos ya no precisan actores para mediar entre ellos y la política, pues han llegado a la conclusión de que ellos son la verdadera política. La cuestión que queda por resolver ahora es saber cuándo estos colectivos se darán cuenta de que las movilizaci­ones políticas que están desarrolla­ndo son sólo imágenes que seducen pero no convencen al Estado que ostenta el poder.

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