Desintermediación de la política
Los estados, asolados por la apatía, el desencanto y la falta de una sincera renovación, se están viendo sorprendidos por el empuje de las movilizaciones sociales. Son movilizaciones que ya no se organizan a través de sistemas de intermediación política como pueden ser las centrales sindicales y los partidos políticos. Las manifestaciones contra la brecha salarial de las mujeres, la lucha de los pensionistas, las manifestaciones a favor o en contra de la independencia de Catalunya muestran hasta qué punto los colectivos sociales son más representativos de los anhelos de los ciudadanos que las fuerzas políticas a las que votan. La desintermediación, entendida como la eliminación de los intermediarios entre fabricante y consumidor, ha llegado a la política; ha ido dejando cada vez más fuera de sitio a la política y ahora sus dirigentes consumen su tiempo, entre elección y elección, intentando desvelar las motivaciones de los ciudadanos para convertirlos en próximos votantes.
Las movilizaciones en España y Francia de “los viejos rebeldes”, como los llama el filósofo Alain Badiou, permiten observar el fenómeno como la movilización de colectivos hasta ahora invisibles y poco propensos a salir a la calle, que se manifiestan contra un Estado que incumple y, lo que es peor, que es incapaz de cumplir los acuerdos sociales que reclama y defiende la sociedad. Badiou desvela en su libro La verdadera vida la consolidación de una nueva cruzada encabezada por jóvenes y viejos rebeldes para derrotar a los que ostentan el poder.
No debemos buscar la clave de las movilizaciones en los derechos que reclaman ni en los motivos que les impulsan a hacerlas; lo que pretenden no es otra cosa que evidenciar como son infravalorados por el Estado. El nuevo mundo de estos jóvenes, de estos pensionistas y de estas mujeres que se están organizando deja fuera al Estado, aunque parezca que le reclamen compromiso con la sociedad. La desintermediación de la política implica que dichos colectivos ya no precisan actores para mediar entre ellos y la política, pues han llegado a la conclusión de que ellos son la verdadera política. La cuestión que queda por resolver ahora es saber cuándo estos colectivos se darán cuenta de que las movilizaciones políticas que están desarrollando son sólo imágenes que seducen pero no convencen al Estado que ostenta el poder.