El drama y la belleza
La Pasión según San Mateo Intérpretes: Les Musiciens du Louvre
Director: Mark Minkowski Lugar y fecha: Palau de la Música (28/III/2018)
La Pasión según San Mateo de Juan Sebastian Bach es una obra litúrgica y representa los últimos momentos de la vida de Jesús. Es por tanto una obra dramática, y sin duda en las escenas –alguna vez habría que representarla– del final, adquiere un tinte sombrío. Pero que, a la vez, en los distintos momentos de la obra la belleza hace olvidar el sufrimiento al espectador o al creyente, y le transporta a lo excelso del arte, más allá de la dimensión humana. A esto se le llama trascendencia, y es una de las virtudes de la expresión musical. Para ello es fundamental el buen trabajo del intérprete en una tarea tan difícil. No eran frecuentes las versiones francesas de la Pasión, pero en esta ocasión Minkowski supo traspasar fronteras y dejarnos una versión para recordar por su eficacia expresiva y el buen hacer de cantantes e instrumentistas.
En principio trabajó con dos pequeños coros (cuatro voces a la derecha del director y ocho a la izquierda), y con dos nutridos grupos instrumentales con instrumentos de época como dos oboes da caccia en el grupo de la izquierda, lo que supuso un planteamiento instrumental rico, aunque al comienzo la obertura –con demasiado sonido– restó espacio al pequeño coro que debió esforzarse. No sé si hizo prueba de sonido en el Palau, pero estos espacios exigen estudiar los balances, ya que la palabra en Bach es sustancial.
Salvo esta circunstancia, la experiencia fue altamente satisfactoria. En principio con solistas de carácter, caso del Evangelista Anicio Zorzi (que hizo un discurso dramático muy claro con matices de profundidad, brillo vocal y estilo) y del bajo Thomas Dolié, eficaz, profundo, pero algo desigual en las arias del final. La primera soprano (la sustituta Hélène Walter) dejó ver un bello timbre, personal en el dúo con la contralto Helena Rasker, que decididamente brilló y conmovió en Erbarme dich, una de las cumbres de la sesión, siempre con un buen trabajo coral de solistas –se notaba a veces la individualidad– y respaldo de muy buenos instrumentistas, como el aria con viola da gamba reforzada por violoncelo, los solistas de violín, flauta y oboe, que fueron ovacionados por el público.
Una sesión singular en la que la calidad musical de los intérpretes pudo traducir y proyectar la enorme belleza de esta partitura esencial en la música de Occidente, con buen trabajo en los contrastes, subrayados, matices de dinámica, y sobre todo un caudal de expresión.