Los delitos vuelven a subir tras ocho años de descenso
La criminalidad se dispara en Barcelona un 7,4% por el aumento de los hurtos
Las estadísticas policiales no dejan de ser números. Cifras frías que año tras años se comparan para ver si aumentan o disminuyen determinados delitos. Mapas y gráficos que ayudan a los especialistas en seguridad pública a dibujar la imagen de lo qué está pasando para adecuar mejor la respuesta policial a los problemas de inseguridad. Las cifras del 2017 no fueron buenas. Suben casi todas las modalidades delictivas. El año pasado se rompió la tendencia a la baja de los últimos ocho años y, vistas las cifras del primer trimestre de este 2018, la situación tampoco mejora.
Los especialistas en seguridad pública hablan siempre de periodos cíclicos, de que tras unos años de descenso en las cifras de criminalidad, inevitablemente, siempre hay un momento en el que la situaen ción toca fondo y los delitos empiezan a subir. Algo de eso hay en el mapa delincuencial del 2017 en Catalunya, pero también hay más elementos a los que se refieren los responsables policiales y que hay que tener en cuenta para entender mejor qué ha pasado y qué está pasando.
El incremento general ha sido de un 4,18%, pero en la región policial de Barcelona, la que incluye la capital catalana, la subida es mucho mayor, de un 7,4%, motivada en gran parte por los hurtos, esos robos al descuido en los transportes públicos y los establecimientos o en la calle que siguen disparados y sin solución a corto plazo. No hay que perder de vista al interpretar estas estadísticas que esos hurtos representan un 40% del total de todos los hechos delictivos. En un porcentaje muy alto las víctimas son turistas, visitantes, gente de paso. Tras años de múltiples formulas imaginativas y planes multidisciplinares en los que se comprometieron fiscales y jueces, este tipo de delito sigue acaparando buena parte del día a día de la actividad en las comisarías de policía.
No es banal el contexto político el que está inmersa Catalunya, no ya desde el referéndum del 1 de octubre sino desde los atentados de agosto en Barcelona y Cambrils, que también han tenido mucho que ver en la situación de la seguridad pública catalana.
Un detalle que no ha pasado desapercibido. Lo habitual cada año es que estas estadísticas las presenten y analicen en rueda de prensa los responsables políticos y policiales. Sin Govern de la Generalitat, ni conseller de Interior, el departamento que rige la seguridad publica optó ayer por la fórmula de enviar un frío comunicado de prensa. Ninguna autoridad pública, ni mando policial estaba disponible para hacer públicamente un relato de lo qué ha pasado en el último y de cómo se puede contrarrestar esa subida. La situación de transitoriedad en la propia cúpula de los Mossos d’Esquadra, lo hace prácticamente imposible.
No sólo faltan responsables que den explicaciones. También faltan policías en las calles. Eso lo reconocen los mandos y las autoridades políticas, las que había en la Generalitat hasta octubre y las que siguen en los principales municipios. La escasez de personal tras años de ausencia de nuevas promociones por cuestiones económicas es más grave en la capital catalana, donde no hay noche en la que servicios requeridos por el 112 sean derivados a la Guardia Urbana por falta de efectivos. Tampoco la plantilla de la policía municipal de Barcelona va sobrada de personal. Al contrario, sufre una carencia muy acuciante en los barrios periféricos, como ha denun-
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