El despertar de los osos
Captadas las primeras imágenes en los Pirineos de ejemplares que ya han salido de la cueva tras el sueño de invierno
Las cámaras instaladas en los bosques pirenaicos han captado los primeros pasos de los osos tras la hibernación.
Los osos de los Pirineos han empezado a despertar del sueño de invierno. La salida de los primeros plantígrados de las cuevas en las que han hibernado confirma que la primavera también ha llegado para esta especie animal. Las cámaras instaladas en las montañas por las que suelen moverse los osos han captado las primeras imágenes de ejemplares fuera de las cuevas. La primera en dejarse fotografiar en un paraje del parque natural del Alt Pirineu ha sido una hembra –no identificada– acompañada de sus dos crías nacidas el pasado año.
El despertar de los osos se rige por un calendario muy particular. Los primeros en salir de las cuevas suelen ser los machos adultos. Les siguen las hembras adultas y después llega el turno de las osas y osos más jóvenes. En el caso de las hembras con crías, las más madrugadoras son las que han hibernado acompañadas de oseznos nacidos antes de entrar (buscan zonas muy aisladas y raras veces visitadas por humanos) en las cuevas elegidas para iniciar el sueño de invierno. Es el caso de la primera osa fotografiada en el Pirineo catalán esta primavera. Las hembras que se encierran en las cuevas preñadas y tienen sus crías en esas cavernas (la mayoría de nacimientos se registran en enero) son las últimas en dar señales de vida. Esas osas apuran al máximo la hibernación para que sus crías crezcan. Y cuando salen al exterior no suelen moverse de la zona en la que han hibernado hasta que los oseznos estén preparados para realizar largas caminatas.
La llegada de la primavera, como ocurre cada año, modificará el censo de osos en los Pirineos. Lo lógico es que aumente el número de ejemplares (ahora se tienen controlados 43 animales en toda la cordillera) por el nacimiento de crías en las cuevas durante el invierno. Y será, por otro lado, el momento de confirmar si Goiat, el oso esloveno liberado en el 2016 en el Pallars Sobirà, ha cumplido con el papel encomendado. Este ejemplar tiene una misión muy concreta en los Pirineos: acabar con el monopolio sexual de Pyros, padre, abuelo y bisabuelo de la práctica totalidad de plantígrados que habitan en esas montañas. Pyros, de casi treinta años, hace un año que no da señales de vida. Un mal síntoma dada su elevada edad, aunque desde el Departament de Territori i Sostenibilitat se recuerda que para dar por muerto o por desaparecido a un ejemplar tienen que pasar, como mínimo, dos años sin tener noticias del mismo. Esto ha ocurrido ya con Moonboots y Patoune, dados por muertos después de no haber dado señales de vida desde hace más de dos años.
La salida de las cuevas de los osos en los Pirineos coincide, por otro lado, con la publicación de dos estudios que constatan cambios en el comportamiento de esta especie por la cercanía de sus hábitats con zonas pobladas.
Uno de esos trabajos, publicado por la revista Mammal Review y auspiciado por el Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), llega a la conclusión de que los osos que habitan cerca de núcleos de población tienen una tasa de supervivencia inferior a aquellos que viven en espacios salvajes. El comportamiento de los animales cambian, sin que las bestias sean conscientes de ello, al caer en “trampas humanas”, dice el estudio, cuando quieren comer. Los osos que tienen poblaciones muy cerca buscan comida en contenedores, huertos o fincas en las que hay colmenas de miel, en vez de hacerlo en espacios salvajes, porque les resulta más fácil y cómodo. Y cuando encuentran esa fuente de alimentos no dudan en cruzar, por ejemplo, carreteras para comer o acercarse a los humanos. Todo esto, recoge el mismo estudio, afecta tanto a su supervivencia inmediata como a su futura evolución y a la fecundidad de la especie.
Otro estudio realizado por Sinc Joanie Van de Walle en Suecia, y publicado en la revista Nature Communications concluye que los osos de ese país han cambiado también sus hábitos por culpa de la acción humana. En este caso el trabajo constata que las crías se independizan más tarde de sus madres para evitar la amenaza de los cazadores. En Suecia las leyes de caza prohíben matar a osas que vayan con las crías. Las hembras parecen haber captado el mensaje y ahora no se separan de los oseznos (en un instinto de protección) hasta que las crías tienen más de dos años, cuando antes lo hacían antes del año y medio.
Dos estudios revelan que estos animales han cambiado su comportamiento por la presencia humana