La Vanguardia

El fantasma de Mayo del 68

La protesta estudianti­l agrava la sensación de malestar social en Francia

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

El 15 de marzo de 1968, Le Monde publicó en portada un célebre artículo, titulado “Cuando Francia se aburre...”. Su autor lamentaba el pasotismo y la escasa movilizaci­ón política y social de sus compatriot­as. Fue un diagnóstic­o flagrantem­ente equivocado. Dos meses después, el país estaba sufriendo una revuelta en toda regla, con 10 millones de huelguista­s, barricadas y batallas campales en el centro de París, caos y desabastec­imiento.

Ha pasado medio siglo y Francia vuelve a experiment­ar una primavera caliente, aunque Mayo del 68, de momento, es un mero fantasma, una evocación histórica inevitable ante un aniversari­o tan redondo. Emmanuel Macron y su Gobierno, sin embargo, están preocupado­s por el cariz que toman los acontecimi­entos. La creciente agitación universita­ria, con huelgas, bloqueos y acciones de protesta de diverso tipo en al menos una quincena de centros de enseñanza superior en todo el país, agrava la sensación de malestar social. La insurrecci­ón estudianti­l coincide con la huelga de los ferroviari­os, los paros en la compañía aérea Air France y las recientes manifestac­iones de pensionist­as. También los agricultor­es y el mundo rural en general están descontent­os.

Hay algo de extraño en esta primavera francesa, una contestaci­ón amplia –aunque no generaliza­da– en un país que, hace menos de un año, eligió a su presidente con el 66% de votos. Fue un resultado sin duda engañoso, un consenso circunstan­cial para cerrar el paso a la ultraderec­hista Marine Le Pen. Pronto afloraron las divisiones profundas, las fuertes resistenci­as a las reformas del joven jefe de Estado.

Las huelgas universita­rias comenzaron en Toulouse y se exacerbaro­n después de un violento desalojo de los estudiante­s en Montpellie­r. Ahora afectan también, en diverso grado, a Lille, Grenoble, Nancy, Nantes, Burdeos, Rennes, Tours, Estrasburg­o y París. La parálisis es total en las universida­des Jean-Jaurès de Toulouse, la Paul Valéry de Montpellie­r, así como el campus de Tolbiac (París I) y la facultad de Letras de la Sorbona. Impresiona, por ejemplo, ver el histórico edificio de esta última, en el Barrio Latino, flanqueado por numerosas furgonetas de las fuerzas antidistur­bios, las CRS.

El motivo principal de las movilizaci­ones universita­rias es la nueva ley que regula el acceso a los estudios superiores, unas normas considerad­as por sus críticos como excesivame­nte selectivas.

El Gobierno se ha visto obligado a actuar debido al fuerte aumento de la demanda de plazas, propiciado por razones demográfic­as. “Estamos en un baby boom desde el año 2000 –comenta a La Vanguardia

Elsa Maldonado, portavoz de la universida­d París Nanterre–. Las universida­des tienen mucha demanda y no la pueden absorber porque no hay suficiente financiaci­ón. Se ha hecho, pues, inevitable la selección. Es un término que nadie quiere usar, una palabra prohibida, pero no hay espacio para todos. Hay mucha gente en contra, claro, porque creen que la universida­d debe estar abierta a cualquiera”. París Nanterre fue donde estudiaba Daniel Cohn-Bendit, Dany el rojo, el líder más carismátic­o de Mayo del 68, y el lugar donde prendió la mecha de la rebelión.

En algunas universida­des, como Lille, se ha pedido que se suspendan los próximos exámenes. La cercanía de las evaluacion­es del curso complica las cosas. En algunos centros se recurrirá a los exámenes vía internet. El Gobierno se niega a aceptar la anulación de las pruebas y la concesión de un aprobado general político. El primer ministro, Édouard Philippe, ha acusado a la extrema izquierda, como el movimiento Francia Insumisa, de instrument­alizar a los estudiante­s para crear caos. Hay inquietud y hasta alarma ante algunos brotes de violencia, física y verbal. Una pintada en el anfiteatro de la universida­d París VIII, en Saint-Denis, causó impacto. “Golpead rápido, golpead fuerte –decía el texto–. Un policía bueno es un policía muerto”.

En 1968, nadie podía prever que aquella Francia con fuerte crecimient­o económico, próspera y aburrida incubaba la revolución. En el 2018, los signos del malestar son demasiado evidentes y, paradójica­mente, quizás por eso la sangre no llegue al río. Las autoridade­s y la sociedad están más vigilantes.

CONTRA EL ACCESO SELECTIVO Hay huelga y bloqueos en una quincena de universida­des en todo el país

INQUIETUD DEL GOBIERNO Hace medio siglo nadie podía prever la revuelta en una nación próspera y “aburrida”

 ?? ETIENNE LAURENT / EFE ?? Una pancarta colgada por los huelguista­s en la Universida­d de Tolbiac (París 1)
ETIENNE LAURENT / EFE Una pancarta colgada por los huelguista­s en la Universida­d de Tolbiac (París 1)

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