Un metro para la Diagonal
La pérdida de la Barcelona World Race le supone a la alcaldesa Ada Colau un nuevo revés a su política de improvisaciones, pero hoy, escribiendo desde Bruselas, voy a aprovechar para incidir en el tema del tranvía por la Diagonal considerando el ejemplo del metro de esta capital, que funciona con trayectos subterráneos en las estaciones del centro y trayectos al aire libre en los recorridos de la periferia.
El ejemplo de Bruselas no es, desde luego, el único, pues el mismo modelo existe en otras muchas grandes ciudades del mundo con soluciones técnicas de cruces de trenes y alcantarillas muy sofisticadas: véase si no el ejemplo de Picadilly Circus en Londres.
Es curioso que la batalla del tranvía por la Diagonal mediante un metro subterráneo que uniera los dos segmentos a ambos lados de Macià y de les Glòrias no sea hoy tema de debate.
Es obvio que el coste de hacer un ferrocarril subterráneo es muy superior a lo que costaría una opción tipo tranvía al aire libre y que la experiencia del coste de la inacabada línea 9 no genera ningún tipo de optimismo a este respecto, pero hoy existe la tecnología para vencer las dificultades técnicas que se presentan sobre todo en el cruce de la Diagonal con la calle Balmes.
Es evidente, también, que la obra produciría inconvenientes de todo tipo por un tiempo, pero lo que nos debe aterrorizar a todos no es tanto los inconvenientes del periodo de construcción, sino el hecho de que el ahorro por elegir una opción tranvía nos lleve a estropear para el resto de la historia uno de los paseos y vía de comunicación más importantes de Barcelona.
La propuesta de un metro por la Diagonal no sería razonable si fueran posibles alternativas de conexión subterránea rápida con los Ferrocarrils de la Generalitat o de la red de metros de TMB, pero lo que no puede ser es que un proyecto tan justificado como el de facilitar el transporte público a lo largo de la Diagonal nos destroce una de las vías más emblemáticas de Barcelona con la extraña reordenación que exigiría hacer pasar un tranvía.
Los proyectos y contraproyectos de la señora Colau y de su equipo han causado mucha confusión entre los operadores económicos y entre la propia ciudadanía en muchos ámbitos porque, en general, incluyen soluciones cortoplacistas no siempre suficientemente analizadas en sus pros y contras, y creo que la opción del tranvía, ahora rechazada por el resto de grupos municipales, es uno de ellas.
Al margen de la disputa politizada, la Diagonal no da más de sí si solamente se estudian opciones de superficie.
Estamos a un año de las elecciones municipales y hay que conseguir que los partidos que van a luchar por gobernar la ciudad se preocupen del futuro de la imagen de Barcelona, ya muy damnificada, desgraciadamente, por el proceso independentista. Recordemos, además, que inversiones de smart city como por ejemplo la del metro podrían beneficiarse de ayudas europeas.
A un año de la cita electoral, los partidos deberían preocuparse del futuro de la dañada imagen de Barcelona