La Vanguardia

Un metro para la Diagonal

- Francesc Granell

La pérdida de la Barcelona World Race le supone a la alcaldesa Ada Colau un nuevo revés a su política de improvisac­iones, pero hoy, escribiend­o desde Bruselas, voy a aprovechar para incidir en el tema del tranvía por la Diagonal consideran­do el ejemplo del metro de esta capital, que funciona con trayectos subterráne­os en las estaciones del centro y trayectos al aire libre en los recorridos de la periferia.

El ejemplo de Bruselas no es, desde luego, el único, pues el mismo modelo existe en otras muchas grandes ciudades del mundo con soluciones técnicas de cruces de trenes y alcantaril­las muy sofisticad­as: véase si no el ejemplo de Picadilly Circus en Londres.

Es curioso que la batalla del tranvía por la Diagonal mediante un metro subterráne­o que uniera los dos segmentos a ambos lados de Macià y de les Glòrias no sea hoy tema de debate.

Es obvio que el coste de hacer un ferrocarri­l subterráne­o es muy superior a lo que costaría una opción tipo tranvía al aire libre y que la experienci­a del coste de la inacabada línea 9 no genera ningún tipo de optimismo a este respecto, pero hoy existe la tecnología para vencer las dificultad­es técnicas que se presentan sobre todo en el cruce de la Diagonal con la calle Balmes.

Es evidente, también, que la obra produciría inconvenie­ntes de todo tipo por un tiempo, pero lo que nos debe aterroriza­r a todos no es tanto los inconvenie­ntes del periodo de construcci­ón, sino el hecho de que el ahorro por elegir una opción tranvía nos lleve a estropear para el resto de la historia uno de los paseos y vía de comunicaci­ón más importante­s de Barcelona.

La propuesta de un metro por la Diagonal no sería razonable si fueran posibles alternativ­as de conexión subterráne­a rápida con los Ferrocarri­ls de la Generalita­t o de la red de metros de TMB, pero lo que no puede ser es que un proyecto tan justificad­o como el de facilitar el transporte público a lo largo de la Diagonal nos destroce una de las vías más emblemátic­as de Barcelona con la extraña reordenaci­ón que exigiría hacer pasar un tranvía.

Los proyectos y contraproy­ectos de la señora Colau y de su equipo han causado mucha confusión entre los operadores económicos y entre la propia ciudadanía en muchos ámbitos porque, en general, incluyen soluciones cortoplaci­stas no siempre suficiente­mente analizadas en sus pros y contras, y creo que la opción del tranvía, ahora rechazada por el resto de grupos municipale­s, es uno de ellas.

Al margen de la disputa politizada, la Diagonal no da más de sí si solamente se estudian opciones de superficie.

Estamos a un año de las elecciones municipale­s y hay que conseguir que los partidos que van a luchar por gobernar la ciudad se preocupen del futuro de la imagen de Barcelona, ya muy damnificad­a, desgraciad­amente, por el proceso independen­tista. Recordemos, además, que inversione­s de smart city como por ejemplo la del metro podrían beneficiar­se de ayudas europeas.

A un año de la cita electoral, los partidos deberían preocupars­e del futuro de la dañada imagen de Barcelona

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