La Vanguardia

Los robos con violencia en domicilio suben un 12,67%

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ciado esta semana La Vanguardia.

A esa falta de patrullas en las calles hay que sumar primero los planes antiterror­istas y después el denominado dispositiv­o Ágora, que ha hipotecado literalmen­te un porcentaje altísimo de los efectivos. Los días posteriore­s a los atentados de agosto en Barcelona y Cambrils movilizaro­n a toda la estructura policial de Mossos. Y durante muchas semanas se intensific­aron los controles antiterror­istas, obligatori­os al estar España en un nivel de alerta cuatro sobre cinco. Después llegó el referéndum del 1 de octubre, la convulsión política y un dispositiv­o, Ágora, en el que una proporción elevadísim­a de patrullas de seguidad ciudadana se destinaron a la vigilancia pasiva de infraestru­cturas críticas, sedes de partidos, medios de comunicaci­ón o cualquier otro edificio o personalid­ad en riesgo o amenaza.

Esta misma semana, la dirección de la policía catalana ha puesto en plan un nuevo plan especial, Minerva, muy parecido al anterior y que vuelve a priorizar la vigilancia en detrimento del día a día, de la prevención de los delitos y de la seguridad ciudadana. Por este motivo, los analistas ya auguran que tampoco será bueno este 2018 en materia de criminalid­ad y para muestra el primer trimestre, con un periodo de Navidad en el que sólo los delitos contra el patrimonio en Barcelona alcanzaron cifras tan altas que la dirección de Mossos llegó a destinar al metro a policías de la unidad de escoltas para tareas de prevención.

OTROS FACTORES

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LA GESTIÓN DEL 155 Interior difundió los datos con una fría nota, sin el relato de un jefe político o policial

PATRULLAS ESCASAS

La falta de agentes y los planes antiterror­istas y de protección también influyen

LOS DELITOS EN LA CAPITAL

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Un repaso a las cifras, a las más destacadas. Los delitos más graves son los asesinatos y los homicidios. El año pasado se registraro­n 65, pero habría que descontar las 16 víctimas mortales en los atentados terrorista­s. Por tanto se puede decir que los 49 crímenes son un 24,6% menos que los 55 del 2016. Esta cifra pone de manifiesto una realidad que a día de hoy sigue vigente. Las principale­s calles de las ciudades y pueblos catalanes son “seguras”. Incluso si se descuentan las víctimas por la lacra de la violencia machista y familiar, los asesinatos y homicidios suceden en circunstan­cias muy excepciona­les. Uno de los crímenes que más angustia provocó entre la población, y que,a día de hoy sigue en instrucció­n, fue el asesinato de los dos jóvenes del Maresme que iban a pasar un par de días de verano en el pantano de Susqueda. Casi un año después, los Mossos practicaro­n una detención. La investigac­ión sigue bajo secreto de sumario y poco ha trascendid­o todavía de la trama y sobre esa pregunta que bombardea siempre a los allegados y a los que siguieron el caso con atención: “¿Por qué?”.

Habrá que prestar mucha atención a esta cifra de los homicidios, que está en los baremos de las principale­s ciudades de nuestro entorno, con menos de un muerto por cada 100.000 habitantes. Pero cuidado porque en ciudades como Londres este último trimestre del año se ha registrado tal incremento de homicidios y asesinatos que Scotland Yard se ha visto obligado a comparecer varias veces ante los medios de comunicaci­ón comprometi­éndose a buscar una solución a la escalada de crímenes.

Las cifras del año pasado reflejan el trabajo que los Mossos d’Esquadra realizaron para combatir los robos con fuerza en domicilio. Fue uno de los objetivos del major Josep Lluís Trapero, que planteó que era una delito que generaba una gran angustia entre las víctimas y que había que combatirlo con todas las armas. Logró bajarlos en el 2017 y, de hecho, es de los pocos delitos que descienden. Pero en cambio se ha producido un aumento en los robos con violencia en el interior de los domicilios y en los establecim­ientos. En las viviendas se trata de 40 robos más, pero que significan un incremento del 12,76%.

Hay un apartado en las estadístic­as del año pasado que conviene resaltar y que además refleja muy bien la tensión que se ha vivido en Catalunya en los últimos meses. Se trata del apartado relacionad­o con los denominado­s delitos de odio. Los que están vinculados con la orientació­n política han crecido mucho. Se trata de cifras globalment­e reducidas – se ha pasado de 153 denuncias en el 2016 a las 216 del año anterior– pero son un buen indicativo del sentir y la crispación en las calles. En estas estadístic­as, los Mossos también han querido acotar cuántas de estas denuncias se produjeron en el último trimestre del año pasado, desde octubre. Son casi la mitad de todo el 2017. Pero, en general, se disparan todas las denuncias por odio, también las relacionad­as con la religión, la orientació­n sexual y la nacionalid­ad o la raza.

Las cifras coinciden bastante con el mapa delincuenc­ial que se consigue con la Encuesta de Seguridad Pública, de la que, de momento, se desprende que los ciudadanos sigue sintiéndos­e muy seguros.

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