Visite Madrid, capital Messi

Ya se oyen las fanfarrias, los taconazos de la Saeta rubia, el espíritu de Juanito Gómez y los goles de Raúl... baja animada la procesión por la Castellana entre gritos de ¡Hala Madrid! con Cristiano al frente, dando piruetas y saltos de chilena mientras Florentino Pérez le lanza los balones al aire y los medios informativos propagan la buena nueva: paso al Real Madrid, rey de Europa.

Tarde o temprano Barça y Real Madrid disputarán una final de la Liga de Campeones aunque sea en Kiev, capital de Ucrania y ciudad, con todos los respetos, algo alejada y de contados atractivos para un cartel con tanto pasado, hecho a la medida de las catedrales de Europa, pongamos Lisboa, Milán, Wembley, Munich o Suiza. ¿Quién quiere una final FC Barcelona-Real Madrid? Todos pero sobre todo ellos, los de Madrid al cielo (o al infierno). En Europa, se creen Aquiles. Se crecen. Compiten. Tiene mérito, ya son años.

La prioridad del barcelonismo es una semifinal con el Real Madrid: hay que jugar en el Santiago Bernabeu. Allí donde, Sant Jordi del 2017, Leo Messi se convirtió en el primer jugador de la historia del Real Madrid –gloriosa historia– capaz de doblegar al estadio de la Castellana. Ya son muchas y tan grandes las victorias del Barça en campo del Real Madrid desde el 2-6 del 2009 que sería fanfarrón despreciar el factor campo (visitante). Jugar en el Bernabeu le conviene al Barça, en la ida o en la vuelta, porque allí saben –saben de fútbol y de palcos– que Leo Messi aparecerá, una vez más, al frente de un equipo que siempre se gusta en Madrid.

Las chilenas pasan, el repertorio de Messi queda. Sólo hay un rival que conoce lo del talón de Aquiles y es el Barça.