La Vanguardia

La resistenci­a humanitari­a del Mediterrán­eo

RENATE SINKE, ÚLTIMA COORDINADO­RA DE MÉDICOS SIN FRONTERAS EN EL ‘AQUARIUS’, DENUNCIA LAS TRABAS QUE PONE EUROPA AL RESCATE DE LAS PERSONAS QUE EMBARCAN EN PRECARIAS LANCHAS PARA INTENTAR ALCANZAR ITALIA DESDE LIBIA

- ROSA M. BOSCH

El bloqueo europeo al trabajo humanitari­o en el Mediterrán­eo le duele especialme­nte a Renate Sinke, quien hasta ayer ejerció de coordinado­ra de Médicos sin Frontera en el Aquarius, uno de los tres barcos que siguen rescatando a migrantes en el mar. Le produce una gran desazón porque ella ha sido testigo en primera persona de las tragedias que obligan a multitud de personas de Chad, Etiopía, República Democrátic­a de Congo (RDC), Sierra Leona, Sudán del Sur, Sudán... a abandonar sus casas y emprender la huida a causa de conflictos endémicos y de desastres naturales. Antes de llegar al Aquarius, esta holandesa de 37 años desempeñó diferentes funciones con MSF en países africanos, también en Siria, Jordania, Sri Lanka o Haití. Y las próximas semanas las pasará en el cuartel general de Ámsterdam a la espera de un nuevo destino.

“Es indignante y decepciona­nte el papel de Europa, el hecho de que los gobiernos se preocupen más de proteger sus fronteras que de los dramas humanos. Europa no se focaliza en la cuestión de fondo, en los problemas que sufren en los países de origen, las causas que les obligan a marchar, y tampoco en la situación terrible en Libia”, comenta Sinke por teléfono desde Catania, donde atracó el martes el Aquarius después de desembarca­r en Messina a las cerca de 300 personas rescatadas durante la Semana Santa.

El Aquarius, operado por MSF y SOS Méditerran­ée, volvió a vivir el pasado domingo el deterioro de la situación en el Mediterrán­eo cuando el Centro de Coordinaci­ón de Rescate Marítimo de Italia y la guardia costera de Libia le impidieron completar el salvamento de los 120 ocupantes de una lancha, en aguas internacio­nales. Sólo les permitiero­n subir a bordo a las 39 personas más vulnerable­s, el resto fueron trasladada­s de vuelta a Libia, en cuyos centros de detención las condicione­s de vida “son terribles”, relata. “Libia no es un lugar seguro, allí hay secuestros, violencia...”, añade.

A causa de este episodio y sobre todo de la incautació­n de la embarcació­n Open Arms, por orden del juez de Catania, Sinke manifiesta su preocupaci­ón “por la criminaliz­ación de las oenegés”. El panorama es tan sombrío –añade– que si el año pasado había una decena de barcos de salvamento, estos días sólo funcionan el Aquarius ,el Seefuchs, de la organizaci­ón no gubernamen­tal Sea-Eye, yel Sea-Watch.

Sinke se sumó a MSF Holanda en el 2007. Desde entonces va y viene de la sede central de Ámsterdam a zonas que sufren emergencia­s, especialme­nte en África. “Las misiones se prolongan de promedio unos nueve meses, pero en el Mediterrán­eo duran un máximo de tres meses, porque es super intenso, después del rescate convivimos con las personas en el barco. Escuchamos sus dramas. Historias durísimas de violencia, de agresiones sexuales... Y nosotros les damos dignidad, además de ofrecerles atención médica. Son jornadas de 24 horas. Son maratones”.

Ella ha permanecid­o en el Aquarius cinco semanas. Hasta ayer, que regresó a Holanda. “Pero he estado siguiendo el barco de salvamento desde Amsterdam los dos últimos años”, precisa. El Mediterrán­eo es uno de los siete destinos que tiene asignados desde Holanda. Los otros son Haití, India, Sierra Leona, República Centroafri­cana, RDC y Libia. “Puede que me envíen a Libia para atender a las personas que están en los centros de detención, estamos explorando las necesidade­s en ese país, o quizás vaya a RDC, donde la situación sigue deteriorán­dose. Se decidirá en función de las necesidade­s”.

En el mundo humanitari­o, las emergencia­s marcan la incierta agenda del personal. Un terremoto, una sequía, una epidemia o el resurgimie­nto de la inestabili­dad y de los combates determinan dónde pasarán Sinke y sus compañeros las próximas semanas o meses.

El pasado agosto preparó las maletas para ir a Sierra Leona, tras producirse en la capital un deslizamie­nto de tierras. “Estuve una semana en Freetown. Había un elevado riesgo de propagació­n del cólera, con más de un millón de personas viviendo en chabolas, y me ocupé de organizar la campaña contra esta enfermedad”. Hasta el momento, esta ha sido la misión más corta en la que ha participad­o. Las más larga, de 19 meses, fue la que la mantuvo en RDC durante 19 meses.

Sinke se ha especializ­ado en la coordinaci­ón en el terreno de la seguridad, de los equipos y de la relación con otros actores y con las autoridade­s. En Siria, que ya suma ocho años de guerra. En Haití, el país caribeño en el que llueve sobre mojado: tras el terremoto del 2010, el huracán Matthew del 2016 intensific­ó el dolor y la pobreza. O en Sudan del Sur, donde amplias zonas están inmersas en una crisis alimentari­a, en la fase previa a la hambruna. Son tres de los lugares en los que se ha curtido haciendo lo que le motiva, apoyar a los olvidados.

Ha sido testigo de las tragedias que obligan a multitud de personas de Chad, RDC, Sudán... a abandonar sus casas

“Es indignante que Europa se preocupe más de proteger sus fronteras que de los dramas humanos”

 ?? YANN LEVY ?? Renate Sinke, a bordo del Aquarius, donde ha estado coordinand­o el operativo de MSF durante las cinco últimas semanas
YANN LEVY Renate Sinke, a bordo del Aquarius, donde ha estado coordinand­o el operativo de MSF durante las cinco últimas semanas

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