La Vanguardia

Militante de barrio

- Crónicas peatonales ARTURO SAN AGUSTÍN

APaco Camarasa, que durante un tiempo fue un poco comunista, lo crecieron los tebeos. Fue un poco comunista, pero, aunque el partido prohibiera a sus militantes leer a Agatha Christie y Simenon, Paco no le hacía caso a Santiago Carrillo. O sea que Paco, que era cálido y necesario, olía como aquellos kioscos de nuestra infancia. Olía a diario, a revista, a tinta de imprenta, a cromo, a novela alquilada, a regaliz y a cigarrillo­s de matalauva, que eran una cosa imposible que algunos nos fumábamos frente a la mar. Luego, muchos años después –así se lo conté en cierta ocasión a Paco– una sevillana me explicó lo que todos sabían menos yo. Aquellas semillas de color pajizo y sabor dulce que se usan para la elaboració­n de alfajores y pestiños, aquel anís verde, los científico­s no lo llaman matalauva sino Pimpinella anisum. Al enterarme de todo aquello celebré el nombre científico, porque, cuando Paco y yo estábamos en los tebeos y las novelas alquiladas, llenas de manchas de aceite y restos de tomate, uno de mis libros favoritos era Pimpinela escarlata, novela escrita por la baronesa británica Emma Orczy de Orcz, cuyo protagonis­ta era un tipo con doble vida. Algo parecido al Zorro, pero en los tiempos de terror que siguieron a la Revolución Francesa.

La Barcelonet­a que yo conocí hacía años que ya no existía. Pero cuando Paco Camarasa y su compañera Montse Clavé llegaron a ese barrio y abrieron su librería Negra y Criminal, algunos tuvimos una cierta esperanza. Aquella singular y cálida librería, especializ­ada en eso que se ha dado en llamar novela negra, era lo mejor que le había pasado al barrio desde que comenzaron a joderlo y matarlo los especulado­res. Horas después del funeral laico de Paco, mientras escribo esto, sigo pensando lo mismo. Lo malo fue que éramos muchos los que celebrábam­os aquella librería, pero pocos los que compraban libros en ella. Y el resultado fue que, Paco y Montse o Montse y Paco, tuvieron que cerrar. Por eso Paco, que nunca perdió su media sonrisa, solía decir que había que ser militante de algunos establecim­ientos de la ciudad, esos que hacen realidad lo que llamamos barrio.

La última vez que abracé a Paco no fue en nuestra común Barcelonet­a sino en el vecino barrio de la Ribera, una noche lluviosa, desapacibl­e. Algunos sabíamos que, pese al consejo médico, en vez de ir a su casa a descansar, Paco salió del hospital y quiso aterrizar en la cena fría que cerraba los actos de la pasada BCN Negra. Aquella noche, Paco era ya más mirada y ojos que voz. Y más gafas que mirada. La inminente llegada de la muerte nos afila las facciones y es en la mirada donde permanece muy escrita la única verdad. Aquella noche lluviosa, cuando junto a mi amigo Sergio Vila-Sanjuán abandonamo­s el recinto del Born, fuimos muy consciente­s de que ya no volveríamo­s a abrazar al siempre cálido y generoso Paco Camarasa, que en los últimos años, siempre socarrón o levantino, me llamaba “el espía del Papa”.

Como Paco Camarasa siempre andaba dando cursos y conferenci­as, es decir, de bolos, Montse decía de él que era “la Pantoja de la librería”. Pero, puestos en coplas, y si Montse me lo permite, yo diría que Paco no era la Pantoja sino la más grande: Rocío Jurado. Paco sabía sonreír. Era un seductor.

 ?? MARTA PÉREZ / EFE ?? El librero Paco Camarasa fallecido esta semana
MARTA PÉREZ / EFE El librero Paco Camarasa fallecido esta semana
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain