Las jóvenes que cautivan a Kim Jong Un
EL ÉXITO DE ESTE GRUPO FEMENINO DE LA MÚSICA K-POP SURCOREANA EN PYONGYANG REVELA LA CAPACIDAD DE SEDUCCIÓN DE SUS INTEGRANTES
Les gusta cantar y bailar y sueñan con convertirse en grandes artistas. Cuando las reclutaron para formar un nuevo grupo de música K-pop, a ninguna de las cinco veinteañeras que integran Red Velvet se les debió de pasar por la cabeza que un día formarían parte de una misión diplomática musical enviada a Corea del Norte con el objetivo de asentar el diálogo entre las dos Coreas. Y mucho menos que el máximo dirigente del régimen de Pyongyang, Kim Jong Un, modificara su agenda para verlas actuar y se convirtiera en un superfán de sus canciones, como uno más de los 4,5 millones de seguidores que tienen en Instagram.
Ellas son Irene, Seulgi, Wendy, Joy y Yeri, las integrantes de Red Velvet, el grupo de moda del K-pop surcoreano. Una banda que esta semana ha cautivado a los vecinos del Norte con sus canciones pegadizas y su escenografía en los dos conciertos en los que ha participado en Pyongyang. Un contacto que las ha emocionado, porque no esperaban que nadie conociera sus canciones, dijo Yeri tras el concierto.
Pero la realidad es muy distinta. Su fama hace tiempo que traspasó la línea fronteriza que separa los dos países. Sus canciones llegan a los jóvenes norcoreanos a través de los USB importados ilegalmente de China, pero también por los altavoces que Corea del Sur ha dispuesto en la frontera, a través de los cuales difunde culebrones y música K-pop para contrarrestar la propaganda del régimen de Pyongyang.
Su debut profesional se produjo en agosto del 2014, pero no fue hasta marzo del 2015 que el grupo se consolidó con sus cinco integrantes, al sumarse Yeri. Desde entonces son las reinas del K-pop y su fama cruza fronteras. Su álbum Rookie, por ejemplo, lideró las listas de éxitos en ocho países en el 2017: Malta, Argentina, Vietnam, Indonesia, Malasia Tailandia, Filipinas y Singapur.
Pero su fama no es gratuita. Su estudiada desenvoltura dentro y fuera de los escenarios es un producto mercadotécnico de años. En el mundo del K-pop surcoreano, los grupos musicales están “prefabricados” y las empresas someten a un largo proceso de preparación y ensayos, que pueden durar años, a los aspirantes a formar parte de una banda, para que cuando debuten todo sea perfecto. Crean una vestimenta a juego, transforman sus peinados y les aplican el maquillaje adecuado a cada uno de los miembros del nuevo conjunto.
En el caso de Red Velvet, la discográfica que las promociona, SM Entertaintment, apostó por un grupo capaz de interpretar música disco, pero también electrónica, R&B y baladas. Las letras de sus canciones se ciñen a temas románticos, de amor y desamor, que encandilan a sus seguidores. En Pyongyang, Kim Jong Un dijo haberse emocionado con su actuación y se interesó por las letras de las canciones (aunque se desconoce si fue por motivos políticos), según la agencia Yonhap.
En el escenario, sus bailes son electrizantes y el ritmo vertiginoso, pero la sincronía de sus movimientos es perfecta, sin fallos. Una interpretación que transmite horas y horas de ensayos. Pero si las canciones y su desenvoltura en los escenarios han contribuido a su éxito, no menos importante ha sido la proyección de su imagen. Y es que su empresa productora ha conseguido que Irene, Seulgi, Wendy, Joy y Yeri, sean capaces de transmitir una imagen de chicas modernas y desenvueltas, algo sensuales, pero a la vez cercanas y desprovistas de divismo. Una sensación de proximidad que también transmiten a través de su forma de vestir, desenfada y juvenil, aunque también algo provocadora, diseñada por un ejército de estilistas.
A la vista del éxito de sus actuaciones en Pyongyang y del interés mostrado por Kim, las chicas de Red Velvet han demostrado que son capaces de ablandar los corazones más duros del régimen más hermético del planeta.
Tras su actuación en Pyongyang, Kim dijo haberse emocionado y se interesó por las letras de sus canciones