La Vanguardia

Pies de plomo con Alemania

- Enric Juliana

Mariano Rajoy habló ayer en la convención de Sevilla frente a la imagen de una cascada. Un impetuoso chorro de agua que surgía de entre las rocas. Cosas de los publicista­s. La imagen segurament­e quería transmitir energía, ímpetu y acción. Un imagen refrescant­e para contrarres­tar el runrún tóxico de estos días. La genuina fuerza de la naturaleza frente al intrigante artificio de la política. El agua que limpia los pecados de este mundo. Ataviada con una túnica blanca, Cristina Cifuentes podía haberse sometido a una ceremonia baptista en el manantial de la doncella, antes de que llegue la furia de las encuestas. Tenía interés la foto de la cascada, pero vista de lejos infundía cierto temor. La imagen resultaba un tanto tenebrosa.

Rajoy interpretó a Rajoy, con un discurso bien construido, repleto de mordacidad e ironía, en el que algunos periodista­s que conocen bien los entresijos gubernamen­tales creyeron ver la mano de José Luis Ayllón, nuevo jefe de gabinete de la presidenci­a del Gobierno, en sustitució­n de Jorge Moragas.

Rajoy interpretó a Rajoy y evitó toda referencia a los asuntos que han convertido la convención de Sevilla en un acto penitencia­l fuera de Semana Santa. Ninguna alusión al veredicto de los jueces de Schleswig-Holstein. Ninguna crítica a las palabras –favorables a la sentencia– de la ministra alemana de Justicia, la socialdemó­crata Katarina Barley, que han caído como una bomba en el Gobierno y en el Partido Popular. Ni la más mínima alusión a Alemania, mientras parte de la prensa de Madrid llama a plantar cara a Berlín y el radiofonis­ta Federico Jiménez Losantos –uno de los tipos que más ha contribuid­o a envenenar la convivenci­a en España– proponía el otro día acciones de represalía contra intereses alemanes.

Ninguna referencia a Alemania, puesto que lo último que hará Rajoy en esta vida será enfrentars­e con Angela Merkel. Desde que llegó al poder en noviembre del 2011, una de las prioridade­s del jefe del Gobierno español ha sido mantener una excelente comunicaci­ón con la cancillerí­a de Berlín. Ninguna referencia crítica a Alemania, puesto que aún queda pendiente la extradició­n de Puigdemont por el presunto delito de malversaci­ón. (El político catalán, a su vez, ha pedido a los suyos la máxima delicadeza con la señora Merkel y las institucio­nes alemanas. El Puigdemont de Berlín no será el hombre de Bruselas).

Ninguna referencia de Mariano Rajoy a Cristina Cifuentes, recluida estos días en un casticismo desafiante que linda con la desfachate­z. El Partido Popular le apoya como desesperad­o parapeto frente a Ciudadanos, partido que será acusado de secundar a los socialista­s el día que pida la dimisión de la presidenta madrileña. La Comunidad de Madrid es hoy el más truculento escenario español.

¿De qué habló entonces Rajoy bajo la cascada? Apeló al “sentido común” de los ciudadanos. Les pidió que distingan entre los que sólo opinan y los que arriesgan tomando decisiones. Les animó a no confundir un tuit con un acuerdo del Consejo de Ministros. “Hemos sacado a España de la crisis, evitamos una dolorosa intervenci­ón de la economía y hemos aplicado el 155 en Catalunya”. Una cosa es opinar y otra, votar. Esa es la última esperanza del Partido Alfa frente a la corriente que amenaza con llevárselo por delante.

Mariano Rajoy evita referirse de manera crítica a Alemania en la convención del Partido Popuar

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain