Debate a futuro sobre los peajes
EL futuro vencimiento de varias concesiones de autopistas, entre ellas la de la AP-7, que es el mayor eje viario de altas prestaciones de España, abre el debate económico, político y social sobre si debe continuarse o no con el sistema de peajes. La ocasión debería aprovecharse para estudiar un modelo viario que fuese homogéneo en todo el territorio del Estado, sin discriminaciones como la que históricamente ha sufrido Catalunya, en el que se englobasen todas las vías de alta capacidad del país, incluidas las actuales autopistas libres de peaje.
Política y socialmente lo más fácil es eliminar los peajes a medida que venzan las concesiones actuales y dejar progresivamente libres de pago todas las vías de alta capacidad. Así se ha expresado ya el Congreso de los Diputados, a través de una propuesta de los partidos de la oposición. Pero lo más fácil no necesariamente es lo mejor para el país ni para el conjunto de ciudadanos, así como tampoco lo más progresista, en contra de lo que podría parecer a primera vista.
El mantenimiento de las vías de alta capacidad, tanto autovías como autopistas, requiere importantes inversiones que se han de pagar mediante peajes o con cargo a los presupuestos del Estado que financian todos los ciudadanos con sus impuestos, dispongan o no de automóvil. Como ejemplo baste decir que tan sólo el coste de mantenimiento de la media docena de autopistas cuyas concesiones vencen los próximos años se estima en unos 450 millones de euros al año, incluido el IVA que se recauda en el cobro del peaje. Por ello, desde el punto de vista de la racionalidad económica,lomásadecuadoseríaaplicarlafórmuladeque los usuarios paguen por el uso de las autopistas. Asimismo la experiencia ha demostrado que la gestión privada de las mismas es más eficaz que la gestión pública. Por todo ello lo recomendable sería mantener y ampliar el sistema de concesiones privadas, con la aplicación de peajes, para la gestión y explotación de todas las redes viarias de alta capacidad del país. Las tarifas, sin embargo, deberían ser mucho más baratas de las actuales, ya que las inversiones que se hicieron en su día para construirlas han sido amortizadas con creces. Un sistema justo y racional de peajes, asimismo, sería útil para reordenar el tránsito de vehículos en momentos de congestión y penalizar también a los más contaminantes.
Lo más probable, sin embargo, es que ningún gobierno se atreva a introducir racionalidad en el actual sistema de gestión de las redes viarias de alta capacidad del país, ya que los peajes son altamente impopulares. Pero con ello se discrimina a una parte importante de la población y tiene, además, un alto coste para los presupuestos del Estado.