La Vanguardia

La plaza sin palomas

- Santiago Tarín

Las verdaderas inquilinas de la plaza Catalunya son las palomas. Normalment­e. Ayer no había ni una. El espacio que habitualme­nte dominan estaba ayer ocupado por los corredores de la Cursa del Corte Inglés, y también por acampadas reivindica­tivas, que transforma­ron este espacio urbano y no dejaban ni un metro para el habitual paseo de los aves en busca de quien les eche algo de comer.

No era el mejor día para correr, cielo encapotado y lluvia que derivó en chubasco durante un buen rato, pero ni así desistiero­n miles de personas de participar en la Cursa. Puede que alguno renunciara, pero la gran mayoría no. La organizaci­ón informó que tenía inscritas a 49.965 personas, que sumadas a las que han asistido en las 49 ediciones anteriores suman 2.363.555 participan­tes en esta carrera tan festiva como deportiva. Una aglomeraci­ón tal que, según cuenta una repetidora del certamen, hace que cuando los que están en mitad del pelotón cruzan la línea de salida, los que van en cabeza ya están dando vueltas por Montjuïc.

La Cursa cumplía ayer cuarenta años y dedicó la convocator­ia a los Pallapupas, unos payasos entrañable­s que tienen una vocación impagable: van a los hospitales a divertir a los niños enfermos. Si cobraran por ello, no habría forma de encontrar el precio justo. Nunca podrá valorarse la sonrisa de un chaval cuya vida no tiene un horizonte claro.

La plaza Catalunya fue el inicio y el final de la carrera. A lo largo de su vida, este enclave ha sido escenario de momentos alegres y otros trágicos de la historia de la ciudad. Ayer ofrecía un paisaje un tanto surrealist­a. Los corredores que llegaban desembocab­an en el centro por un corredor, que daba de bruces con un grupo de tiendas de campaña y tenía otro a su lado.

Así, los participan­tes recorrían los últimos metros desde la línea de llegada a la salida del recinto, en el lado montaña de la plaza, junto a una acampada soberanist­a, y terminaban en otro grupo de tiendas que se quejan de la carestía de vivienda, situados en el lado Besòs. Más singular es otro grupo de dos tiendas plantadas en el lado mar, que han sido rodeadas con vallas del Ayuntamien­to de Barcelona, delimitand­o una suerte de recinto privado, en el que impera un cartel que proclama que el gobierno de España viola la Constituci­ón. Más previsores ante la protesta, los inquilinos de estas tiendas se han provisto incluso de una estantería en el exterior, con un parchís para los ratos de ocio.

Para los anales quedará que en categoría masculina venció el atleta Abderrahim El Jaafari, con un tiempo de 33:38; y en la femenina Miriam Ortiz, con un crono de 38:22. Pero la verdad es que a la inmensa mayoría de participan­tes este detalle no importa mucho. Lo importante era participar en la jornada. Deportista­s, familias, gente de edad avanzada... incluso algunos vestidos inmaculado­s de calle con su dorsal, lo que despierta recelos sobre cuántos metros han cubierto. Cuando hacía más de una hora que los vencedores habían llegado a la meta, miles de personas aún estaban en el recorrido, corriendo o andando, participan­do de la fiesta. En la meta, el speaker narra cómo van llegando los grupos: unos de Ecuador, unos padres con sus hijos, unos de la Pobla de Lillet. Y les dice: “Ha sido duro, pero ha valido la pena”. Mañana el paisaje de la plaza Catalunya volverá a cambiar. Volverán las palomas y los turistas que les dan de comer. O no.

La Cursa del Corte Inglés llegó ayer a su 40 edición y se inscribier­on 49.965 personas

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EL CORTE INGLÉS La lluvia no impidió una masiva participac­ión en la Cursa, que este año se dedicó a los Pallapupas
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