La Vanguardia

D’Ors, Pla, Gaziel

- Oriol Pi de Cabanyes

En mi canon personal de la literatura en catalán del siglo XX, los mejores prosistas de ideas son D’Ors y Pla, al lado de Gaziel (véase, con sus artículos de durante la primera dictadura, el sugerente ¿Seré yo español? que ha editado Narcís Garolera). Una vez superada la anécdota de cada uno y de cada momento, todo les queda categoría.

En mi opinión, D’Ors, Pla y Gaziel son, a distancia, los escritores catalanes más sustancios­os del siglo XX. Tan distintos en su estilo, son los que van a perdurar más por lo que dijeron, por lo que escribiero­n, antes que por cómo lo escribiero­n, que en buena parte fue también en lengua castellana.

Aunque su catalán es espléndido, genuino. Cuando se hayan perdido ya del todo, !ay!, los oídos sensibles a la lengua oral de los catalanes de pueblo, el contenido de sus obras se impondrá muy por encima de los malabarism­os lingüístic­os que hicieron tan populares a otros de retórica todavía más hueca.

D’Ors y Pla parecen estar, siempre, más allá de la política. Y si la politiquer­ía llegó a interesarl­es en algún momento podemos suponer que fue porque contemplab­an las luchas de poder como un divertimen­to a nivel anecdótico, a la manera de como debían contemplar la vida de los humanos los dioses olímpicos.

Xènius todavía está muy mal considerad­o. Pero dentro de unos años, ¿qué quedará de la animadvers­ión contra el personaje y sus contradicc­iones? Poco, o nada. Pero quedará su obra. Se debe juzgar libremente, previa lectura, para darnos cuenta de su nivel. La contribuci­ón de Pla, D’Ors y Gaziel a la cultura de este país es enorme. Y, si dejamos de lado las mezquindad­es con que se les ha podido juzgar, el saldo es muy positivo.

Ya, a raíz de la muerte de quien fue Xènius (en Vilanova i la Geltrú, 1954), escribía Joan Fuster (en la revista del exilio Pont Blau y luego en sus Papers de l’exili, Curial, 1995): “No puc evitar, al capdavall, quan escric açò, la incòmoda sensació –compartida sens dubte per molts catalans de la meua generació– que ens han estafat un gran escriptor: que li han estafat a Catalunya”.

También Fuster (en carta a Dionisio Ridruejo desde Sueca, el 21/X/1960) se refiere al “pobre don Eugenio, que tan mala prensa tiene entre sus paisanos y que tú tratas con merecido respeto. Últimament­e he publicado un largo ensayo –el texto de una conferenci­a– sobre D’Ors que ha chocado bastante a mis compañeros de pluma catalana (y que) creo que ha sido una de las pocas veces en que, frente a la reticente reserva antiorsian­a de Catalunya, alguien, del país, ha puesto algunos puntos sobre algunas íes”.

Sí, D’Ors merece estar en el podio. Además de un gran prosista de ideas, fue un gran energético, un colosal estimulant­e de voluntades. A diferencia de Pla, D’Ors exhibió siempre una enorme voluntad de realizació­n. Pero era un forzado de la pluma y siempre sintió la necesidad de un duque como el que le facilitó a Goethe una más duradera inmortalid­ad.

A diferencia de Pla, D’Ors exhibió siempre una enorme voluntad de realizació­n

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