La atención a lo inmediato de Marcos Palazzi
Valentín Vallhonrat reflexiona sobre el poder con retratos de aviones militares
El título de la recién inaugurada muestra de Marcos Palazzi en la Sala Parés –Dwanggedachten– alude en alemán a un trastorno o modo de pensamiento definido en psiquiatría como obsesivo-compulsivo. Sugiere que no debemos fiarnos de la apariencia primera, del tono llano, cotidiano y directo de las pinturas y los dibujos expuestos. Este título funciona casi como una máscara o como elemento hermético cuyo sentido es compensar el tono antisolemne y libre que prevalece en esta exposición, como en toda la obra anterior de este pintor barcelonés.
Por una especie de pudor, Palazzi tiende a disimular la sabiduría vital que se expresa en sus obras con capas de ligereza y de sentido del humor que, por otra parte, no quiere ni puede evitar porque forman parte de su personalidad. Palazzi es de los que dan liebre por gato. Es justo lo contrario de la cursilería intelectual y de la hipocresía políticamente correcta que caracterizan a la parte más obvia y aburrida del arte actual.
En la antesala de esta muy recomendable exposición llama la atención una pequeña pintura titulada
Santa Okupa Sun. Es un paisaje con figura, con un coche muy aplanado y apaisado y con dos soles en el horizonte, alargados como dos polos de limón. Este bizarro deslizamiento del realismo a la psicodelia es, de hecho, una imagen encontrada y luego intervenida por el pintor. Pero en esta muestra hay bastantes obras en las que Palazzi no ha necesitado incluir elementos de extrañeza muy evidentes para llevarnos de la percepción realista a la sensación subjetiva y metarrealista. En
La siesta, el pintor se autorretrata durmiendo bajo una pared donde algunos retratos antiguos de señores pomposos tienen por contrapunto el retrato de un perro, un animal noble y antisolemne. Un poco más allá encontramos la pintura
Después de la cena, algo así como un virtuoso Vermeer nocturno y no burgués del siglo XXI, donde aparece una mujer –es Marta, la pareja del artista– iluminada por una luz eléctrica de flexo barato. La iluminación pictórica también es notable en Las cervezas de Oriol, una composición que incluye en sus márgenes la intrusión de brazos azarosos, estilo foto descuidada. El virtuosismo pictórico, logrado mediante un trabajo lento y cuidadoso, está aquí al servicio de una instantánea donde reina la soltura y un cierto descontrol. Y en La poda de Fando, el tal Fando aparece cinco veces, con su sierra mecánica, en cinco instantes de una misma acción.
A Palazzi le gusta reunir en sus lugares con figuras elementos dispares, sean personas, animales u objetos acumulados. El gato de Catón en el purgatorio es un interior con gran desorden. El escenario de Interior con gasolina es una furgoneta habitada por un perrito que mira al espectador. En La Adoración, un hombre mira a un perro. Y en La niña de Grow una niña mira una pantalla digital mientras ignora la realidad inmediata. Los objetos que llaman nuestra atención también nos definen y representan. La capacidad para descubrir indicios de lo extraordinario en lo que se suele considerar ordinario es una de las características de Marcos Palazzi. En su obra aparecen como positivos algunos elementos y modos de vivir que la sociedad consumista y obsesionada por el status y las tonterías premium suele despreciar: una furgoneta destartalada, la pica de una cabaña de campo o unas cervezas en un picnic amistoso y de bajo presupuesto. Sala Parés. Petritxol 5. Hasta el 1 de mayo.
Valentín Vallhonrat. El fotógrafo Valentín Vallhonrat fue junto con Rafael Levenfeld el responsable de dos de las más necesarias exposiciones de fotografía que he visto: las dedicadas a recuperar, ya en el siglo XXI, la obra del madrileño Marín y del catalán Brangulí, fotógrafos excelentes y poco conocidos que trabajaron en la primera mitad del siglo XX. Ahora Valentín Vallhonrat presenta en Barcelona su última serie, Fotografía Ornamental. Escenas de caza. Retrata en ella aviones militares y campos de aviación vacíos y nublados, con un distanciamiento que revela sutilmente distintos sentidos. La propuesta significa una reflexión sobre la imagen del poder tecnológico y militar. Tal vez se invoca o evoca un futuro en que esas armas de propaganda y destrucción se puedan contemplar como bellos ornamentos de un pasado superado. Galería de Arte & Documentos. Casanova, 136. Hasta el 4 de mayo.
Es la primera exposición individual de esta pintora ucraniana afincada en Catalunya. Sus paisajes están protagonizados por montañas, islas o icebergs rodeados de espacios de aire y agua. Transmiten quietud, silencio y una paradójica sensación de ocultación a pesar de la desnudez o la transparencia, sensación que refuerzan sus esculturas en forma de parte visible de un icerberg. Los motivos pintados coinciden con el apellido Berg, que en alemán significa montaña. Galería Víctor Saavedra. Enric Granados, 97. Hasta final de abril.