La Vanguardia

Rossi declara la guerra a Márquez: “No quiero verle más”

El ‘Dottore’ carga duramente contra el catalán, que tiró al italiano y recibió tres sanciones en una loca remontada

- TONI LÓPEZ JORDÀ

Después de Sepang 2015 y la patada voladora de Rossi que incendió el Mundial y envenenó la relación entre los dos más grandes del motociclis­mo actual, ayer llegó el ardiente capítulo de Argentina 2018 con el derribo de Márquez al Dottore. La polémica ya está servida para el campeonato con un episodio que establece el segundo hito más explosivo en la íntima rivalidad, así como una nueva muesca en la trayectori­a del de Cervera.

Ha vuelto la guerra más cruenta entre el Dottore yel niño de las maravillas. Desenterra­ron ayer el hacha que habían sepultado en Catalunya 2016 después de meses de tensión. Rossi no se mordió la lengua al finalizar la carrera y tiró con bala contra el catalán, al que acusó de ir a por él “expresamen­te” y de “destrozar el motociclis­mo” con su pilotaje tan agresivo. “No quiero que me mire más a la cara”.

Declaracio­nes que llegaban después de una carrera brusca. Si en el motociclis­mo hubiera tarjetas rojas, Márquez ayer la habría merecido. De hecho, tres sanciones de dirección de carrera se ganó el piloto de Repsol Honda. La última, la decisiva, una vez finalizada la prueba, le supuso perder el 5.º puesto por el que había guerreado, y ser desterrado al 18.º, fuera de los puntos. Sin gloria ni épica. Y con el mal cuerpo que le quedó por el feo incidente con Rossi.

Un choque que ocurría en la vuelta 20, a falta de cinco giros para la meta. Márquez, desenfrena­do, en modo remontada, deseoso de seguir ganando posiciones desde la 19.ª plaza a la que se había visto relegado, llegó a la altura de Rossi, que iba 6.º. Pasado de vueltas como iba Marc, no calculó bien la frenada y sacó de la trazada al italiano. Con el infortunio de que Rossi se quedó sin asfalto, se fue a la hierba y cayó. Marc se dio cuenta del estropicio, levantó el brazo pidiendo perdón, pero el mal estaba hecho.

Continuó la carrera el catalán, que pudo conquistar una posición más, la de Viñales, y cruzar la meta en 5.ª posición... pero poco le duró. Dirección de carrera le impuso una sanción de 30 segundos “por conducción irresponsa­ble”. Por exceso de ímpetu. De modo que le enviaban al fondo de la clasificac­ión.

Consciente del error y del daño causado, nada menos que a su íntimo enemigo, a Dios en MotoGP, Márquez nada más dejar la moto en el garaje se fue a pedir perdón a Rossi al box de Yamaha. Acompañado de Emilio Alzamora, su mánager, y de Alberto Puig, el jefe del equipo, el séquito de Repsol Honda se encontró con la negativa por respuesta. De malos modos les recibió Uccio Saluccio, el amigo y asistente de Rossi. “Ahora aquí no vengas, vete a cagar”, fue su bienvenida y su despedida, según medios italianos. Lin Jarvis, el jefe de Yamaha, se escondía con cobardía.

Desde Yamaha aprovechar­on la ocasión para abundar en el victimismo. “Si no toman medidas, este deporte podría ser peligroso”, decía Massimo Meregalli, director deportivo de Yamaha, que pretendía una sanción más dura para Marc. Consideran que Márquez pilotó de manera extrema, y que Rossi perdió un Mundial (2015) por el castigo de salir del último puesto en la parrilla de Cheste.

Márquez, petrificad­o, se dio la vuelta y se refugió en su box. Un día para olvidar. Totalmente desafortun­ado. Pudo haber sido una de aquellas jornadas heroicas, con una remontada histórica como las de Estoril, Cheste o Le Mans, pero lo estropeó con el mismo exceso de ímpetu que otras veces le había fastidiado.

Y es que la carrera comenzó torcida para Márquez, sobreexcit­ado por un inicio errático en una caótica parrilla de salida. Desde la formación –esperpénti­co ejercicio organizati­vo–, hasta los instantes antes de salir, cuando la moto no le arrancó, la puso en marcha, tuvo que dar la vuelta contra dirección, y le castigaron con un ride-through (pasar por la calle de garajes) “por conducir en dirección opuesta en el procedimie­nto de salida”. La sanción le supuso reincorpor­arse a pista el antepenúlt­imo, 19.º, en la vuelta 5. Ahí empezó la ansiedad por recuperar posiciones. Pilotando al extremo, en la vuelta 9 casi se llevó por delante a Aleix Espargaró entrando muy pasado. Le pidió perdón, pero dirección de carrera le sacó la amarilla: tenía que ceder una plaza. Y prosiguió su alocada remontada.

Pero no fue sólo eso. La formación de la parrilla fue tragicómic­a, con todos los pilotos menos Miller cambiando de moto. En vez de hacerles salir desde el pit-lane, enviaron a los 23 pilotos al fondo de la parrilla... De circo.

“Márquez nunca tiene ningún respeto por los rivales; es excesivo y corre así con todos”

REBROTE DE LA RIVALIDAD Márquez fue a pedir disculpas a Rossi y en Yamaha le recibieron enviándole “a cagar”

“Salió como un loco; es peligroso, da miedo estar en la pista con él porque hace lo que quiere”

“Ha destrozado este deporte, actúa con mala fe; espero que no me mire más a la cara”

“Me preocupa cero (lo que diga Rossi). Cometí un error involuntar­io y me han penalizado”

“Yo no he hecho nada voluntaria­mente, no he ido a buscar a nadie. Él también tuvo 25 años”

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NICOLÁS AGUILERA / EFE Valentino Rossi levanta las manos después de que Márquez, en la vuelta 20, le sacara de su trazada y le tirase al suelo

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