Cactus con sello ampurdanés
Cactus Costa Brava exporta el 20% a Francia, Italia o Dinamarca
Durante la primavera, Cactus Costa Brava, empresa familiar creada hace 33 años en Esclanyà (Begur), vive su estallido con la venta de más de 8.000 plantas a la semana. El 80% de su producción se queda en Catalunya y el resto de España, pero la firma hace años que exporta a Francia y también ha expandido su mercado hacia países como Italia o Dinamarca.
Cactus Costa Brava está especializada en cactus y plantas crasas: de crecimiento lento, requieren un mínimo de doce meses de cuidados desde la siembra hasta que pueden venderse al público. Cactus Costa Brava ha producido en tres años más de 300 especies distintas. “Al tener variedad de cultivos, el trabajo es más artesanal porque cada familia de plantas tiene sus particularidades: más o menos agua, luz, abono... Esto se aprende con los años. En cambio, las empresas que sólo tienen seis o siete plantas distintas, el cultivo es más intensivo”, señala el gerente, Francesc Aldrich.
La firma registró en el 2017 una facturación de 300.000 euros y cuenta con unas instalaciones que suman más de 4.000 m2 en invernáculos. “Hay superficie para crecer con dos o tres cubiertos más”, asegura el gerente.
Tanto Francesc como su hermano, Miquel (actualmente socio jubilado), heredaron de su padre, Àngel, la sabiduría que emana de estas plantas. De hecho, el progenitor, que regentaba una lavandería, fue quien empezó con los cactus como un hobby, ya que era coleccionista. “Mi padre le dio a mi prima, que tenía una tienda en Montras, unas plantas. Se vendieron y le pidieron más”, expone. Empezó con un invernáculo y cuando llegó el momento de consolidar el negocio, Francesc y Miquel apostaron por invertir su futuro en los cactus en vez de en la lavandería.
El precio de los cactus y plantas crasas va desde los 70 céntimos hasta los 800 euros en función del tamaño. “Muchos de nuestros clientes son de segunda residencia. Antes la gente tenía un jardinero que iba una vez a la semana a regar las flores, el césped... Pero cuesta dinero así que muchos prefieren ir a lo práctico: poner un cactus. Los riegan cuando marchan y otra vez cuando llegan. Y ya no necesitan a nadie”, precisa Francesc. Otros grandes compradores son los coleccionistas. “Son unas plantas que atraen a un gran público y hay mucha variedad”, concluye.
La firma familiar de Esclanyà (Begur) vende más de 8.000 plantas a la semana durante la primavera