El estado de ánimo gobierna
La política ha dejado de ser un espacio para el cálculo y la defensa de los intereses y se ha convertido en un escenario marcado por el siempre inestable estado de ánimo de quien gobierna. Hace unos días el Gobierno español se congratulaba de la detención de Puigdemont por parte de las fuerzas policiales alemanas, dejándose llevar por la euforia. Días después, la audiencia territorial de Schleswig-Holstein decide dejarlo en libertad bajo fianza, descartando el delito de rebelión; una decisión judicial que ha sido aplaudida por el independentismo y celebrada como un triunfo definitivo. Cuando hace tan sólo unas semanas todo parecía indicar que Joaquim Forn iba a salir de la cárcel pagando una fianza, el juez, considerando la propuesta del fiscal, deniega dicha opción, dejando una sensación de frustración en los partidos independentistas y buena parte de la sociedad.
La política y la opinión pública se han dejado llevar por el espejismo del momento consistente en ver mucho más de lo que realmente está sucediendo. Es un espejismo resultado de ver en las diversas decisiones judiciales la derrota del adversario. Pero la realidad es bien distinta. Ni la detención de Puigdemont y su encarcelamiento suponía el triunfo de las tesis del Gobierno español ni su puesta en libertad implica la victoria definitiva de Puigdemont frente al Estado español. La incapacidad de unos y de otros de mantener una mente fría y rigurosa ante los acontecimientos para poder tomar distancia y garantizar un análisis con espíritu crítico sobre lo que está ocurriendo ofusca la toma de decisiones políticas. Deberíamos preguntarnos por qué se ha convertido en algo imposible contar hasta tres antes de precipitarse unos y otros a proclamar haber ganado y salido victoriosos, sin medir las consecuencias del abuso de tanta propaganda.
La nueva situación jurídica y política de Carles Puigdemont debería servir, no para tomar impulso para precipitarnos hacia nuevos abismos políticos, sino para propiciar la búsqueda de un camino que conduzca a las deseadas rectificaciones políticas que permitan alcanzar acuerdos entre Cataluña y España; acuerdos que Europa está propiciando, sin pretenderlo, a través de sus resoluciones judiciales. Dentro de unas semanas nuevos acontecimientos judiciales dominarán el estado de ánimo de la sociedad y la prudencia exige que estos no nos gobiernen.