Netflix contra Cannes: ¿guerra total?
El gigante de internet amenaza con retirar sus títulos del certamen ante la prohibición de acceso a la sección competitiva
Cuando este jueves, 12 de abril, alrededor del mediodía, Thierry Frémaux, el todopoderoso patrón de Cannes, delegado general del festival, anuncie, desde París, la programación definitiva del certamen de este año, sabremos si ha estallado la guerra entre el festival de cine más importante del mundo y Netflix.
O lo que es lo mismo, si dos modelos diferentes de entender la exhibición –uno que pasa por las salas de toda la vida, el modelo Cannes por así llamarlo, y el otro que se concentra en la pantalla doméstica, la idea que defiende Netflix– buscan el combate definitivo.
Este año Cannes ha prohibido la presencia en competición de títulos que no tengan un estreno en salas, pero Frémaux confiaba en que “a la gente de Netflix le encanta pasear por la alfombra roja del festival”, y, por lo tanto, llevarían al festival sus titulos más importantes, fuera de competición.
Netflix se ha convertido en una de las productoras más activas en los últimos años, superior en volumen de producción a las tradicionales majors de Hollywood, los grandes estudios de siempre. Mientras, Amazon y HBO, otros dos gigantes de internet que también entran en la producción cinematográfica, no han planteado un pulso tan descarado a los cines tradicionales: están a la espera de la batalla entre Cannes y Netflix.
Las pruebas del pulso serán evidentes: se esperaba que un título como The other side of the
wind, el proyecto inacabado de Orson Welles cuya restauración ha asumido Netflix, apareciera en la programación del festival de Cannes que empezará el próximo 8 de mayo. Pero Netflix ha dado a entender que no lo hará, como tampoco llevará Hold the dark , de Jeremy Saulnier; Norway , de Paul Greengrass, el director de la saga Bourne, ni tampoco Roma ,la nueva película de Alfonso Cuarón, cuyos derechos para todo el mundo ha comprado Netflix.
Se esperaba que esos títulos, al menos, estuvierban en las secciones no competitivas del certamen francés, esas que no tienen posibilidad de Palma de Oro. Si no es así, la guerra habrá comenzado, y otros festivales, como Venecia, mucho más laxos en sus criterios de selección, empezarán a frotarse las manos.
“El año pasado pensé que conseguiría convencer a Netflix de que estrenara sus películas en cine, pero rechazaron el acuerdo”, ha declarado Frémaux. “Es su modelo y lo respeto. Pero Cannes es algo que incumbe al cine, como medio de expresión, y queremos que las películas que compiten por la Palma de Oro tengan un estreno en pantalla grande. Como siempre ha sido el cine. Este es el modelo de los que amamos el cine y Netflix debería respetarlo también”. Los franceses “están convirtiendo Cannes en un arma de guerra”, ha comentado una fuente de la industria cinematográfica de Hollywood en la revista Vanity Fair. “El negocio es lo que es; los grandes estudios no pagan esas películas. No es como si (los directores de las películas financiadas por Netflix) eligieran la pantalla de la televisión por encima de un estreno coordinado en 2.500 pantallas de cine”. Porque ese estreno de sus películas, de esa manera, ya no se va a producir nunca más, cabe añadir.
Netflix de momento, no se ha pronunciado oficialmente. Pero la ausencia de sus producciones, el boicot a Cannes, marcaría la culminación de una escalada de amenazas entre ambos gigantes que desembocará este año en el enfrentamiento total.
Todo empezó el año pasado, cuando un jurado presidido por Pedro Almodóvar anunció que veía difícil premiar unos títulos que nunca llegarían a las salas de cine, y efectivamente Okja , de Bong joon-ho, y The Meryerowitz
stories, de Noah Baumbach, ambas en competición, distribuidas por Netflix, no se llevaron nada.
Bueno: algo sí. Se llevaron la amenaza, por parte de Frémaux, de que en sucesivos festivales de Cannes no habría más películas de Netflix en competición a no ser que se llegara a un acuerdo con la exhibición francesa, que obliga a que transcurran como poco 36 meses entre el estreno de un filme en sala y su llegada a la pequeña –o cada vez más grande– pantalla doméstica. “Tras consultar con los miembros del consejo, el Festival de Cannes ha decidido adaptar sus reglas a esta situación nunca vista. Cualquier película que desee competir por la Palma de Oro deberá comprometerse a a ser distribuida en las salas de cine francesas”, declaró oficialmente el certamen, en una medida que este año cumple a rajatabla.
Puede que el hecho no tenga las mismas sangrientas consecuencias que tuvo el atentado de Francisco Fernando en Sarajevo, allá por 1914, cuando por accidente empezó la Primera Guerra. Pero desde luego algo muy importante estará en juego. Primero y principal, un modelo de negocio: el que cuenta con las tradicionales salas de cine. Pero también una manera de entender el propio cine.
Por un lado está Cannes, que se ha erigido como adalid de la exhibición tradicional: la que nace –que se estrena– en las grandes salas y, luego, progresivamente, va pasando a las salas de reestreno –cada vez menos–, hasta llegar a la explotación en DVD, en franca decadencia, y finalmente la televisión… donde entraría Netflix. Eso es lo que se conoce, también en España, como pantallas de exhibición.
Por otro lado está el modelo Netflix: el estreno simultáneo de títulos, tanto en cine como en televisión. O sólo en televisión. Sin cortapisas ni limitaciones.
La solución, el jueves, de la mano del todopoderoso Thierry Frémaux.
PROHIBICIÓN
Cannes prohíbe, en competición, títulos que no se estrenen en salas de cine francesas
NETFLIX
Amenaza con retirar todas sus producciones del certamen
CONSECUENCIAS
Títulos como el último filme de Orson Welles, restaurado por Netflix, no participarán