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El rechazo del pleno consistorial de Barcelona a los dos grandes proyectos de Ada Colau, la multiconsulta y el tranvía por la Diagonal, y la detención por terrorismo de varios miembros de los CDR.
NI unión de las dos líneas del tranvía por la Diagonal ni multiconsulta. Los dos grandes proyectos de Ada Colau para materializar sus promesas electorales no se llevarán a cabo. La alcaldesa de Barcelona y los comunes se quedaron ayer solos en un tenso pleno municipal viendo rechazada la propuesta sobre el tranvía y las preguntas que el gobierno municipal quería plantear a la ciudadanía sobre la remunicipalización del agua y el cambio de nombre de la plaza de Antonio López. Otras dos preguntas relativas al futuro de un solar del Rec Comtal y sobre la creación de vivienda social en el 22@ fueron retiradas del orden del día ante su previsible rechazo.
El pleno de ayer se caracterizó por acusaciones cruzadas de partidismo, incluso entre comunes y cuperos. También se vivió un duro enfrentamiento entre el gobierno de Colau y ERC, en quien confiaban los comunes para sacar adelante el proyecto del tranvía, que finalmente sólo tuvo el apoyo del PSC y de un concejal no adscrito. Entre comunes y republicanos hubo reproches mutuos tras semanas de cruce de declaraciones públicas. ERC calificó de “engaño” el modelo de gestión y explotación del tranvía propuesto por Colau, y el gobierno municipal acusó a Esquerra de llevar tres años bloqueando el proyecto.
En cuanto a la multiconsulta, planteada en su día por Colau como un hito de la participación ciudadana, la alcaldesa ni siquiera ha logrado que se aprobaran las preguntas avaladas por iniciativas ciudadanas y, tras eludir toda autocrítica, acusó a Agbar de “boicotear” la iniciativa sobre la remunicipalización del agua por los recursos judiciales que la empresa ha presentado. Por su parte, la oposición denunció la falta de claridad en la forma del proceso de participación que, en esencia, todos apoyan. Cs, PP, PDECat y PSC coincidieron en hablar de “chapuza” y acusar al gobierno municipal de escuchar sólo a las entidades afines a su ideología, así como de no ver claro el coste del proceso participativo, que cifraron en unos tres millones de euros.
La multiconsulta ha quedado vacía de contenido y aparcada, pues aunque prosperara un posible recurso de las entidades promotoras difícilmente se llegaría a tiempo de hacerla este año, y el próximo no sería posible al tratarse de año electoral. Además, la oposición cuestionó su legalidad al pesar sobre ella una investigación de la Fiscalía sobre presunta revelación de datos del padrón municipal, así como recursos planteados, además de por Agbar, por la Delegación del Gobierno en Catalunya y la Associació d’Advocats Catalans, entre otros.
La sensación de fin de ciclo es total. A un año de las elecciones, la falta de aliados municipales de los comunes ha puesto en evidencia la soledad política de la alcaldesa Colau y su incapacidad para tejer y fraguar acuerdos con otros grupos, algo que ha sido una constante a lo largo de toda la legislatura, a excepción del pacto temporal con el PSC. Quizás el día de ayer fue el más amargo políticamente del primer mandato de Colau al frente de la alcaldía de Barcelona, pero lo cierto es que, en tres años como alcaldesa, Colau ha sido incapaz de hallar complicidades para extender su base social y aprovechar las enormes sinergias que supone la vara de mando de una ciudad como Barcelona, para buscar aliados que hicieran posible realizar su programa electoral. Ni siquiera en un terreno tan cercano a ella como la política de vivienda social lo ha logrado.
La doble derrota de ayer evidencia que el proyecto de ciudad de Ada Colau –si es que ha existido como tal– no tiene el aval de la mayoría y que le espera un último año de mandato en soledad, sin oxígeno.