Cárcel a yihadistas que planeaban una decapitación
La Audiencia Nacional condena a ocho y doce años a los diez acusados de Caronte
La Audiencia Nacional ha condenado a penas de doce y ocho años de cárcel a diez yihadistas detenidos en el 2015 por los Mossos d’Esquadra en la denominada operación Caronte y que planeaban atentar en lugares emblemáticos de Barcelona como el Parlament y secuestrar y decapitar a un “infiel”, poniéndole un mono naranja y grabando la escena para publicarla en las redes sociales, antes de huir a Siria. En la sentencia, de 198 páginas, la Audiencia considera que constituyeron una célula, ubicada en Terrassa (Barcelona), “con la única finalidad y motivo de cumplir y servir los postulados señalados por el Estado Islámico (EI), dispuestos a llevar a cabo en cualquier momento un ataque contra instituciones como la Policía, entidades bancarias o intereses judíos asentados en España”.
La sala ha acordado imponer 12 años de cárcel por un delito de integración en organización terrorista a los tres dirigentes de esta célula, para los que la Fiscalía pedía 19 años, mientras que a los otros siete, que afrontaban una petición de diez años, les impone ocho por el mismo delito, en calidad de participantes. El presunto líder es Antonio Sáez Martínez, conocido como Alí el peluquero, uno de los cuatro españoles conversos al islam que integraban la célula, y los otros dos dirigentes son sus máximos colaboradores, los marroquíes Lahcen Zamzami y Rida Hazem. Los siete restantes son Taofiq Mouhouch, Kayke Luan Ribeiro Guimaraes, Mohamed el Gharbi, Said Touay y los españoles Gonzalo Cabezas, David Portolés y Jacob Orellana. Según la sentencia, en el 2014 empezó a formarse entre los musulmanes que frecuentaban la mezquita de Terrasa un grupo de personas que, con una visión radical del islam, pretendía constituir una célula satélite de EI, utilizando para sus fines la lucha armada. La denominaron, a propuesta de Sáez, Fraternidad Islámica-Grupo para la Predicación de la Yihad, y sus líderes iniciaron una campaña de captación y adoctrinamiento de jóvenes para integrarse como combatientes en Siria o Irak o para atentar en sus lugares de residencia.
En sus reuniones defendían que la yihad violenta se podía practicar donde cada uno vivía “aniquilando infieles y atentando contra todo tipo de instituciones, organismos y símbolos propios de la cultura occidental”. La sala relata cómo, tras la detención de tres de sus miembros, y a fin de evitar riesgos, Sáez, que trabajaba en una peluquería de Barberà del Vallès, propuso cometer atentados en suelo español y llegó a sugerir atentar “contra una librería o una sinagoga judía de Barcelona, para lo cual hablaría con un amigo de Sabadell que tenía granadas”. El líder de la célula justificó las decapitaciones y atentados para “causar el caos y mucha repercusión”.
La célula pretendía atacar el Parlament y secuestrar y matar a “un infiel” vestido con un mono naranja