Los CDR y el terrorismo
EL pasado miércoles publicamos aquí un editorial titulado “La contraproducente labor de los CDR”. En él fijamos nuestra posición ante los Comitès de Defensa de la República (CDR), que en Semana Santa protagonizaron acciones como cortes de carretera o boicot de peajes en la autopista. Tales acciones nos parecían absurdas, por arbitrarias y porque sus consecuencias a nadie beneficiaban. Y, también, porque se inscribían en una línea unilateral, de choque con el Estado, ahora en retroceso en círculos independentistas, tras probarse sus consecuencias tanto para quienes la impulsaron (y ahora están en la cárcel o el extranjero), como para el conjunto del país, sensiblemente dañado en su convivencia y en su economía.
Nuestra posición ante los CDR o, mejor dicho, ante sus acciones recientes está clara y no es favorable. Dicho esto, quisiéramos manifestar nuestra sorpresa ante la orden de detención cursada por la Audiencia Nacional contra dos personas vinculadas a los CDR, acusadas de delitos de rebelión y terrorismo. Una de ellas, considerada responsable de elaborar y difundir un audio con instrucciones para las mencionadas acciones callejeras, fue arrestada ayer en Viladecans. Otras seis personas, también relacionadas con los CDR, fueron detenidas ayer, en su caso acusadas de desórdenes públicos y atentado a la autoridad, por hechos registrados en el parque de la Ciutadella en enero y fueron liberadas al poco.
Respecto a la acusación de rebelión y terrorismo, recordaremos aquí que el Síndic de Greuges la calificó ayer de “manifiestamente desproporcionada”. Añadiremos que resulta chocante la imputación de tales delitos por la difusión del citado audio. La opinión pública asocia el terrorismo a la banda criminal ETA, que durante cuatro decenios llevó a cabo acciones armadas, dejando más de 800 víctimas mortales. Cierto es que el Código Penal incluye bajo la denominación de terrorismo conductas dispares, desde el asesinato y el secuestro hasta determinados intentos de subversión del orden constitucional. Pero es también un hecho que para el grueso de la ciudadanía media un trecho entre las acciones de ETA y las de los CDR, por más que algunos miembros del PP las hayan calificado –creemos que, hasta la fecha, de modo inadecuado– de kale borroka.
Los ánimos están alterados, y todo lo que contribuya a calmarlos será bienvenido. La justicia siempre nos ha merecido y nos merece respeto. Pero el rigorismo no es buen consejero, como sabe ya la cúpula de la justicia española, a la que la justicia alemana ha enmendado la plana al rechazar el delito de rebelión que atribuía el Tribunal Supremo a Puigdemont y dejarlo en libertad.