“No soy nada apolítico, pero mi música sí lo es”
Quimi Portet, músico, publica su nuevo álbum ‘Festa major d’hivern’
Se le ve como siempre se le ha visto: como un ferviente creyente en la música. Y como tal, Quimi Portet no puede dejar pasar mucho tiempo sin reunir nuevas composiciones y darlas a conocer en forma de disco y, a continuación, acercarlas en vivo al aficionado. Sólo han pasado un par de años desde que alumbrara
Ós bipolar, pero el roquero de Vic, legendaria mitad de El Último de la Fila y autor de una insobornable carrera en solitario, acaba de publicar Festa major d’hivern (Quisso Records/Fina Estampa), que presentará en el festival Strenes de Girona el próximo día 20 de este mes. Su aterrizaje en Barcelona tendrá que esperar al 15 de mayo dentro del Festival del Mil·lenni.
Usted va haciendo discos con una periodicidad casi matemática, pero hoy ¿para qué sirven?
Para contener canciones. La música es lo mejor para canalizar la emotividad de la gente.
¿Y qué es lo mejor del directo?
El contacto con personas humanas, primero con los músicos y después con el publico. Buscar lo que nos une al público con el músico, que es absolutamente etéreo y abstracto. Si fuera un cantante de los años setenta, de aquellos con mensaje político, no habría problema, pero si ahora cantas una música popular un poco marciana como la mía, todo es mucho más etéreo.
¿Y cuáles son las razones para grabara tantos discos?
He llegado en alguna ocasión que mi oficio es hacedor de discos, y una vez está hecho lo presento en directo. Siempre así. Hace dos años acabé la gira de Ós bipolar y pensé que ya era hora de meterme a hacer nuevas canciones. Además, te vas haciendo mayor y te viene una forma de prisa un poco rara. Pero me lo paso bien en este oficio, y el formato disco me va perfecto como medio de expresión. En el mundo de la música es muy importante adaptarse a tus propias prioridades y necesidades.
Este Festa major d’hivern ¿a
qué persona refleja?
A mí hace unos meses, concretamente en diciembre de 2017. A un sexagenario con ilusión. Ni le doy una importancia excesiva a la edad, ni se la quito.
He leído que también a una persona desencantada. ¿He leído mal?
Ni más ni menos desencantada, pero como suelo decir hay que aceptar el paso del tiempo con deportividad. Pero además el futuro, aunque sea pequeñito, me hace ilusión. Hay cosas de él que me interesan y que me interesa cuidar, y no todas ellas son de sexagenario. Y no digo más.
Hay algo insólito en este álbum, creo: en la canción Bestiar sentimental habla de política.
Nuestra generación emergió en una época radiante saliendo de una dictadura, de desaparición de castas y oligarquías, de justicia y reparto equitativo. Había una gran ilusión y de repente nos hemos estrellado con un muro que es el pasado, que ha vuelto de una manera muy preocupante. Los aristócratas de siempre siguen teniendo el poder.
Quería decir que sus canciones nunca hablan de política de una forma evidente.
Tiene razón, y si hablo de ella lo hago muy veladamente. Yo me hice músico para olvidarme de la humanidad, de sus miserias y sus tristezas. A mí me encantaban Lluís Llach y Raimon pero siempre he sido más de Sisa o Pau Riba. Veía la música como una vía para evadirme de la tristeza, del roce humano e intentar trascender a cosa más alegres, polícromas y emocionalmente bonitas.
Y es sabido que usted no es apolítico.
En absoluto paso de la política pero, insisto, lo que pretendo es salir de la sordidez de la parte agropecuaria que tiene la humanidad y en ella tengo que incluir la política. Me molestaría que alguien pensara que soy frívolo, que no lo soy, y tampoco soy apolítico, ni mucho menos. Para mí la música siempre será un terreno intocable y que está enfocado a los mejores sentimientos de la humanidad, y por eso para mí hay una línea roja que la separa de lo cotidiano y de la sordidez, de la gente que utiliza la música como un arma política directa y explícita. Sin ser apolítico, mi música está en otra dimensión más allá de la política.
Le deben decir que usted es un tipo raro.
Hay que aceptar con deportividad lo insólito que uno es. Pero tienes que vivir conforme a tus prioridades y no a la de otros o a las del publico.
Bajando a la tierra, en su nuevo álbum se ha reencontrado con el productor David Tickle.
Sí, desde Astronomía razonable,
con El Último y hace veinticinco años, no habíamos vuelto a hacer nada juntos. Antes que nada, quiero resaltar que este disco es el número diez en solitario y esto le daba un punto, y quería que fuera un poco diferente por lo que me he dejado coproducir por primera vez. Que David tuviera capacidad real de decisión.
¿Usted es especialmente minucioso en el estudio de grabación?
Yo no soy muy dado a la repetición, y sí en cambio a la inmediatez. No voy a decir que no sea perfeccionista, que sí lo soy, pero me gusta mucho que en la canción se oiga esa inmediatez, que al interpretación sea real.
Aparte de él, usted vuelve a encargarse de casi todo lo demás.
Es algo que he hecho en muchos más discos míos de lo que la gente cree. Cançoner electromagnètic es mi único disco en donde absolutamente todo lo hice yo. A mí gusta trabajar de dos formas: de una forma promiscua con mucha gente o prácticamente solo, y esto último es algo que creo que cíclicamente hay que hacer, en donde te enfrentas a tus propias limitaciones y chocas con ellas, pero también descubres otras cosas que en otras circunstancias nunca lo harías: aquí te enfrentas con lo mejor y peor de ti.
CANCIONES SIN POLÍTICA “Me hice músico para olvidarme de la humanidad, de sus miserias y tristezas”