La Vanguardia

Milagros sólo hay en Roma

El City vio el cielo cuando marcó en el minuto dos, pero Mateu Lahoz anuló el 2-0

- RAFAEL RAMOS Manchester. Correspons­al

En inglés remuntada se dice comeback, pero no hubo ni una cosa ni la otra. A pesar del Brexit, el Liverpool tiene sangre europea, y tras un susto inicial se las ingenió para sobrevivir sin problemas. El “proyecto Guardiola” sigue sin aprobar la asignatura pendiente de la Champions en su etapa post culé. Los cimientos del edificio parecen sólidos, pero la obra no está terminada.

Pep tiene la piel bien curtida. Está acostumbra­do a que se le busquen las cosquillas y todo lo que diga y haga, por unas razones u otras, sea examinado con lupa. A vivir en una permanente inquisició­n. Sus ideas futbolísti­cas son generalmen­te considerad­as como la biblia del juego moderno. Pero la eliminació­n anoche de la Champions –sumada a la derrota por 2-3 en casa a manos del Manchester United el pasado sábado– lo han sometido a un juicio sumarísimo por el sanedrín inflexible de los críticos deportivos británicos.

La esencia del guardiolis­mo es la posesión y el control, un fútbol con la calma de una noche otoñal y la serenidad de un monasterio tibetano. Pero ese karma era ayer imposible en un duelo que requería erupciones volcánicos después de que el City hubiera sido tumbado en la lona de Anfield por el aspirante. El guion de la remuntada requería un gol tempranero, y se cumplió a la perfección transcurri­dos sólo dos minutos. La presión local llevó a una recuperaci­ón de balón, y Gabriel Jesús remató implacable el centro de Steerling. 1-0. Había partido.

Pero el Liverpool es como el Madrid o el Milan, un equipo que parece estar casado con la Copa de Europa por muy irregular que sea en la liga –desde que se fue Luis Suárez ni siquiera ha competido por los máximos honores–. Y además ha conseguido una comunión perfecta entre Jürgen Klopp y el Kop, que en noches selectas pero mágicas (como la del partido de ida) despierta a los fantasmas del pasado y convierte Anfield en un lugar de culto, donde todo parece posible.

El Liverpool está sin embargo a considerab­le distancia del City de Guardiola, como la tabla de la liga demuestra de manera categórica. Pero los reds, con Firmino, Mané y Salah en punta, son capaces de dar zarpazos que acaban con cualquiera. Es lo que pasó hace una semana, cuando tres goles en 19 minutos decidieron la eliminator­ia. Y en la segunda parte de anoche. A Pep, en la ida, se le criticó una táctica atípicamen­te conservado­ra, con Gündogan en lugar de Sterling. Y aunque ha reforzado la defensa respecto al año pasado, los errores de Walker, Kompany y Otamendi le provocan pesadillas. Ayer, la misma historia.

El Etihad, en la primera parte, fue una caldera, y el City apabulló a un Liverpool apocado y replegado, más conservado­r que Trump, que apenas pasaba del centro del campo y se las veía y deseaba para frenar a los campeones aún no coronados de la Premier. El único barrio en el que se jugaba eran los aledaños del área red, pero el dominio no se tradujo en ocasiones de gol hasta el minuto 41, cuando un disparo con rosca de Bernardo Silva rozó la coronilla de Lovren y se estrelló en el palo derecho de Karius. En la jugada siguiente, Mateu Lahoz anuló por fuera de juego un gol de Sané, aunque con la duda de si el balón venía de un contrario. Pep protestó al terminar la primera parte, y fue expulsado. La pobre opinión que tiene del árbitro valenciano no va a mejorar.

Tanto Klopp como Pep (que ayer lucía el lazo amarillo) son personas fieles a sus valores. Ayer el alemán, tal vez por la renta de tres goles, aparcó en la primera parte los suyos y se dedicó a defender como gato panza arriba, mientras el catalán arriesgaba y buscaba el milagro con fe de padre jesuita. Pero el Liverpool salió tras el descanso mucho mejor situado en el campo, y cualquiera esperanza del City acabó en el minuto 54, con un contragolp­e fulminante en el que Mané se metió en el área entre los dos centrales, la pelota fue rebotada a los pies de Salah, que remató de manera exquisita. Y en el minuto 78, Firmino robó la cartera a Otamendi para plantarse solo ante Emerson, superar su salida e infligir a Pep una derrota dolorosa. Ahora viene el juicio. Como al Barça de Valverde.

POLÉMICA

Con Guardiola expulsado en el descanso, su equipo bajó los brazos tras encajar el primer gol

DOS MITADES

El City fue muy superior en la primera parte, pero el Liverpool reaccionó bien y acabó dominando

 ?? NIGEL RODDIS / EFE ?? Pep Guardiola, sentado junto a Manel Estiarte y con las manos en la cara, fue expulsado por Mateu Lahoz después del primer tiempo
NIGEL RODDIS / EFE Pep Guardiola, sentado junto a Manel Estiarte y con las manos en la cara, fue expulsado por Mateu Lahoz después del primer tiempo

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain