El Banco de España inyectó 2.000 millones al Popular antes de su rescate
El gobernador del Banco de España, Luis María Linde, volvió a repetir ayer en el Congreso que el problema del Popular fue de liquidez, no de solvencia. Es decir, que quebró por una fuerte fuga de depósitos, si bien reconoció que en los test de estrés realizados en los años anteriores por las autoridades europeas sacó la peor nota de entre la banca española y europea.
De hecho, Linde reconoció que “quizás fue una mala decisión no inyectar dinero público en el 2012, cuando la consultora Oliver Wyman reveló que tenía necesidades de capital de 3.200 millones”. Y añadió que en el folleto de la ampliación de los 2.500 millones de mayo del 2016 “ya se recogían más necesidad de provisiones y posibilidad de pérdidas, pero se quedó corto”.
Linde, que aseguró que la Junta Única de Resolución (JUR) no permite dar cifras de cómo estaba de quebrado el banco, sí avanzó una: el Banco de España le inyectó más de 2.000 millones a través de una línea de liquidez de urgencia (ELA), concedida a cambio de garantías. No obstante, Linde aclaró que no se le dio todo lo solicitado porque “no pudo ofrecer más garantías”. Para activar ese préstamo, el Banco de España solicitó autorización al Banco Central Europeo porque superaba un determinado importe. En cualquier caso, esto sucedía los días 5 y 6 de junio del 2017 y el día 7 de ese mismo mes, el supervisor con sede en Frankfurt diagnosticó que el Popular se encontraba en una situación de “alta probabilidad de quiebra”. De ahí que el control de la entidad financiera pasara a manos de la Junta Única de Resolución (JUR), que fue la que ejecutó el entierro. Es decir, lo vendió al Santander por un euro, pero el banco de Ana Botín tuvo que inyectarle otros 12.000 millones.
Respecto a la pelea que la cúpula del Banco de España mantiene con los inspectores, Linde sostuvo que “se trata de un tema muy doloroso, que se arrastra desde hace años”.