La Vanguardia

La Generalita­t no celebrará Sant Jordi ante la falta de Govern

No habrá actos institucio­nales debido a la intervenci­ón

- SILVIA HINOJOSA

Con la voracidad de un dragón, el artículo 155 de la Constituci­ón se ha tragado este año la agenda institucio­nal del día de Sant Jordi, incluidas tradicione­s que se mantenían en pie desde hace casi 600 años, como la misa en la capilla del Palau de la Generalita­t o la bendición de las paradas de rosas que se instalan en el patio de carruajes, liturgias que se repetían desde 1434 y que sólo detuvo la Guerra Civil. El Gobierno central intervino la Generalita­t el 27 de octubre –el próximo viernes se cumplirá medio año–, pero después de las primeras medidas drásticas como la destitució­n del presidente Carles Puigdemont y sus consejeros, desde hace meses Mariano Rajoy parece haber optado por la prudencia en cuestiones simbólicas. El presidente del Gobierno central no se complica la vida. De la misma manera que se ha saltado la entrega de las Creus de Sant Jordi, que tradiciona­lmente tenía lugar en estas fechas, esquivará el próximo lunes la celebració­n institucio­nal del patrón de Catalunya.

No habrá misa a cargo del cardenal Juan José Omella, ni bendición de las paradas de rosas, informaron fuentes del Arzobispad­o de Barcelona y el propio prior de la capilla del Palau de la Generalita­t, Joan Enric Jarque. Tampoco se celebrará la recepción del presidente de la Generalita­t a la Pubilla y el Hereu de Catalunya, ni están invitados a Palau los gremios de pastelería y panadería, según fuentes de ambos sectores, que cada año, desde hace al menos tres décadas, le llevan al president el pan de Sant Jordi y el pastel típico del día, con la senyera de gelatina roja o la silueta de un caballero matando al dragón.

“El Palau está cerrado, no hay presidente de la Generalita­t y él es quien decide lo que se hace en la capilla, que es privada”, explica mosén Jarque, que, a sus 90 años, sigue ejerciendo el cargo de prior para el que le nombró el 28 de octubre de 1977 el president Josep Tarradella­s, detalla. El prior es el encargado de oficiar las misas en la capilla de Palau y no depende del arzobispad­o.

La capilla, dedicada a Sant Jordi, está situada en la galería gótica, justo delante de la escalera que sube del claustro y tiene una imagen del caballero matando al dragón. Se construyó entre 1432 y 1434, puntualiza Jarque, y desde entonces cada 23 de abril se ha celebrado una misa y, como consta en los textos históricos, una feria de rosas. “Era una tradición muy del barrio, pero con la llegada de la Mancomunit­at se dio más importanci­a a la capilla y el día de Sant Jordi se decían misas una tras otra y los escolares iban a besar la reliquia del santo”, explica Joan Enric Jarque, que apunta como curiosidad que el prior recibía a la gente en la sacristía de la capilla y les ofrecía galletas y vino dulce. Y unas farias a los Mossos d’Esquadra.

Tampoco los pasteleros catalanes irán este año al Palau de la Generalita­t. “La recepción del president empezó en el exilio –cuenta Elies Miró, presidente del Gremi de Pastisseri­a de Barcelona–, cuando le llevaban a Tarradella­s el pastel de Sant Jordi a SaintMarti­n-le-Beau, en los años previos a la restauraci­ón de la Generalita­t”.

La tradición de llevarle al president el pan de Sant Jordi es más reciente. La inició en 1988 el Gremi de Flequers de Barcelona, explica Eduard Verdaguer, pero desde hace quince años acuden los cinco gremios de panaderos de Catalunya. “Este año no nos ha llamado nadie de Presidènci­a, como era habitual, y es una lástima porque celebramos los 30 años del pan de Sant Jordi”, señala Verdaguer, que explica que suelen llevarle al president distintos tipos de panes catalanes.

Rajoy asumió a finales de octubre las funciones de la presidenci­a de la Generalita­t, que delegó en la vicepresid­enta Soraya Sáenz de Santamaría. Pero ninguno de los dos hará de maestro de ceremonias en el Palau de la Generalita­t el próximo lunes. Tampoco vendrá a Barcelona ningún ministro. Ni siquiera está previsto que se celebre la jornada de puertas abiertas como cada año, aunque este es un punto de la agenda que podría cambiar.

Los pasteleros habían llevado el pastel típico del día al president desde que Tarradella­s estaba en el exilio

El arzobispo oficiaba cada año en la capilla del Palau; los panaderos llevaban el pan de Sant Jordi desde 1988

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NÚRIA JULIÀ / ACN / ARCHIVO Bendición de rosas en el Palau de la Generalita­t, con Puigdemont y el arzobispo Omella, el año pasado

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