Merkel frena las expectativas de Macron de reforma de la eurozona
El presidente francés propone más “solidaridad financiera” y un presupuesto común
Dicen en los círculos de poder de Alemania que se llaman entre ellos lieber Emmanuel y chère Angela, pero el presidente francés, Emmanuel Macron, de visita ayer en Berlín, obtuvo de la canciller alemana, Angela Merkel, poco más que bellas palabras. Macron, que el martes dio un discurso ante el Parlamento Europeo en Estrasburgo, llegó a Berlín en busca de apoyo para sus planes europeos, ahora que hay por fin Gobierno en Alemania tras los largos meses de negociaciones para forjar una coalición. Pero en la democristiana CDU, el partido de Merkel, quieren conjurar lo que la mayoría de alemanes asimilan a todo plan de mayor integración de la eurozona: que a Alemania le toque pagar más.
Como es sabido, el presidente francés quiere más “solidaridad financiera” en la eurozona con diversas medidas, pero recibió de Merkel respuestas poco esperanzadoras. “En el plano económico y monetario, tenemos que articular mejor la responsabilidad y la solidaridad”, dijo el jefe del Estado francés en una comparecencia con la canciller germana, previa al inicio de su cita bilateral, y sin preguntas de la prensa.
Ella respondió que los gobiernos de los países miembros deben hacer “esfuerzos nacionales” en disciplina presupuestaria y reformas estructurales para que sus economías sean más competitivas. “Estamos de acuerdo en que hace falta solidaridad en Europa, pero también en que es necesaria la competitividad”, dijo la canciller. Según Merkel, las reformas emprendidas en Portugal, España e Irlanda contra la crisis –que calificó de logros– proceden de una “sabia combinación” de responsabilidades asumidas de cada uno de los países afectados y de la solidaridad europea.
La Francia de Macron propone a los socios ampliar el fondo de rescate, el llamado Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), para convertirlo en una versión comunitaria del Fondo Monetario Internacional (FMI), que pueda actuar como amortiguador de futuras crisis fi–tiene nancieras en Europa, y evitar la crisis de la deuda del 2009. A Alemania esto le parece bien –Merkel incluso trajo a colación que la idea venía del antiguo ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble–, pero con muchos matices.
Otra gran propuesta de Macron, tener un presupuesto y ministro de Finanzas propios para la eurozona, es de momento soslayada por la canciller, con el argumento de que no está aún articulada. Merkel reiteró también el rechazo alemán a poner en práctica en un futuro inmediato el tercer pilar del proyecto de Macron: la creación de un fondo europeo de garantía bancaria para depósitos de particulares. Dijo que su país está abierto a esa idea pero sólo “en un futuro más alejado”.
Más disparidades: Macron calificó el refuerzo de la eurozona como “el corazón” de su proyecto, mientras que Merkel lo mencionó en el último puesto de su lista de reformas necesarias para Europa. Puso por delante una política migratoria en Alemania a más de un millón de refugiados– y una política exterior comunes.
El encuentro de Merkel y Macron se hizo en el Humboldt Forum, un magno proyecto arquitectónico, presupuestado en 500 millones de euros, de reconstrucción del antiguo palacio real de Berlín. Que ambos se pasearan por un espacio en obras dio pie a mucho simbolismo sobre la construcción europea, en la que el tradicional eje franco-alemán está llamado a tener gran protagonismo, pues ambos países suman casi el 50% de la potencia económica europea.
Ministros alemanes y franceses mantendrán una reunión bilateral el próximo 9 de junio para intentar tejer una postura común, que presentarán a los socios en la cumbre de la UE de los días 28 y 29 de ese mes. Pero la gran coalición de conservadores y socialdemócratas que
Alemania no quiere medidas que puedan suponerle más gasto; la canciller insiste en la competitividad
gobierna de nuevo en Alemania se muestra más recelosa que cuando Macron llegó al Elíseo hace casi un año. Francia contaba con tener el apoyo del SPD, tradicionalmente eurófilo, pero ya no está al mando el mayor entusiasta, Martin Schulz.
El actual ministro de Finanzas, el socialdemócrata Olaf Scholz, es mucho más tibio. “El presidente francés sabe bien que no todas sus propuestas podrán llevarse a cabo –declaró Scholz el pasado domingo al diario Frankfurter Allgemeine Zeitung–. Examinaremos lo que es posible en el presente, sin pedir demasiado a los distintos países”. Alemania cuenta con el apoyo de otros países del norte de Europa, como los Países Bajos o Finlandia, mientras que Francia busca el respaldo de España e Italia a su plan.