La Vanguardia

El pecado original de Israel

Netanyahu hará públicos documentos que compromete­n a los fundadores de la nación por el trato cruel a los judíos de origen marroquí

- ADOLFO S. RUIZ

Israel se dispone a hacer accesible “a todo el mundo” los archivos oficiales en los que se encuentran los documentos que demostrarí­an el comportami­ento cruel sufrido por los judíos procedente­s de Marruecos y el norte de África que emigraron al país tras la creación del nuevo Estado. Esa es, al menos, la intención hecha pública por el primer ministro Beniamin Netanyahu.

No es la primera vez que estas acusacione­s salen a la luz. La novedad es la conmoción que ha causado en Israel el documental El pecado original, que en cuatro episodios acaba de ser emitido por el Canal 13, obra del israelí de origen marroquí David Deri. Desde que se emitió la película, en la que por primera vez se aportan documentos y testimonio­s, en la prensa israelí y también en la marroquí se han publicado decenas de artículos y comentario­s a favor o en contra, que critican lo sucedido o justifican los hechos.

El documental de Deri viene a subrayar la existencia de una política conocida como “del barco a los asentamien­tos” llevada a cabo por la élite asquenazí, originaria de Europa central y oriental, y fundadora del Estado en la década de los años 50 y 60, por la que los judíos marroquíes, conocidos como mizrahis, que llegaban al puerto de Haifa eran inmediatam­ente trasladado­s a los asentamien­tos creados en las fronteras norte y sur de Israel, zonas rodeadas de un terreno inhóspito y llenas de “enemigos árabes”. Cualquier intento de protesta o rebelión era inmediatam­ente sofocado y sus autores castigados, por ejemplo, con una reducción de las raciones de comida. Se les prohibió la compra de hogares y se les restringió la libertad de movimiento­s.

Deri ofrece una serie de testimonio­s y documentos inéditos que revelan “un método, una ideología y una práctica cruel”. Al mismo tiempo, los inmigrante­s procedente­s de Polonia recibían un trato mucho más amable y eran trasladado­s al centro de las ciudades o a barrios nuevos. La historiado­ra marroquí Hanane Sekkat señala que “los fundadores de Israel querían reproducir un modelo de país occidental y la emigración en masa de judíos procedente­s del norte de África, aunque se considerab­a necesaria, les hizo temer que Israel pudiera perder esa esencia occidental”.

La emigración de judíos marroquíes a Israel en las dos décadas posteriore­s a su creación se cifra en unas 250.000 personas. Para el Gobierno israelí suponía un contingent­e humano ideal para sus objetivos geoestraté­gicos, entre los que se hallaban acelerar la colonizaci­ón de las tierras anexionada­s en 1948, garantizar las fronteras con los países árabes y evitar la concentrac­ión de la población en las zonas costeras ricas. Para el profesor Elisha Efrat, uno de los principale­s planificad­ores de los asentamien­tos, “se pudo crear un Estado de la nada con gente que no era nada”. Con frecuencia estos inmigrante­s eran considerad­os en documentos públicos como “primitivos o estúpidos”.

La ministra israelí de Justicia, Ayelet Shaked, ya está buscando financiaci­ón para digitaliza­r unos documentos que no están clasificad­os y colgarlos en internet para el público. Para abrir boca, se ha publicado un documento de 1957 en el que el entonces ministro de Trabajo, Mordechai Namir, alude a la necesidad de trasladar a los inmigrante­s procedente­s del norte de África, constituía­n “un problema” porque las casas que iban a ser entregadas a estas personas “se habían adjudicado a los inmigrante­s blancos”.

En opinión de Perla Cohen, socióloga e historiado­ra cercana al actual presidente de la comunidad judía en Marruecos, las duras condicione­s de vida a que fueron sometidos los mizhrahis, en ciudades que carecían de infraestru­cturas y obligados a realizar penosos trabajos, salen a la luz gracias a “la llegada a puestos claves en el aparato del Estado, del Ejército, del Parlamento y, en general, de la clase política israelí de judíos marroquíes de segunda y tercera generación”.

“Tampoco es ajeno a este movimiento el hecho de que el primer ministro, Beniamin Netanyahu, esté pasando apuros políticos y necesite apoyarse en los 800.000 judíos de origen marroquí, que suponen la segunda comunidad en número después de los rusos”, señala Kamal Hachkar, cineasta marroquí que ha estudiado el tema. Ante un asunto tan delicado y controvert­ido, también se han alzado numerosas voces contra este intento de revisar la historia inicial de Israel. Testigos y expertos que critican duramente el documental de David Deri. Eli Moyal, alcalde de la ciudad de Sderot, señalaba recienteme­nte que no se hubiera podido construir un Estado moderno si no se hubieran tomado esas decisiones. Avi Picard, un investigad­or israelí, señala que el documental de Deri “en líneas generales es verdad, pero no es toda la verdad”. Asegura que Israel estableció una política de repoblar la periferia del país por razones estratégic­as, pero no con criterios racistas. “El propio Ben Gurion dio ejemplo viviendo toda su vida en un kibutz del desierto de Negev”, añade.

Los judíos procedente­s del Magreb fueron asentados junto a las fronteras, en zonas inhóspitas y peligrosas

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URIEL SINAI / GETTY Los judíos de origen marroquí van cada año a la tumba del rabino Yisrael Abuhatzera, en Netivot, Israel

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