El FMI se enfrenta a un dilema fiscal con Trump en la Casa Blanca
Los recortes de impuestos en Estados Unidos contienen un riesgo sistémico
La vida era mucho mas fácil para el Fondo Monetario Internacional cuando el llamado populismo económico –indisciplina fiscal, amenazas proteccionistas y fuertes dosis de retórica contra una desarraigada élite global– era un asunto de distantes capitales tropicales. Resulta mucho más complicado cuando lo practica el principal accionista del Fondo, con una cuota del 16,5% de su capital, y un veto sobre todos sus programas. Con Donald Trump en la Casa Blanca –a unos 500 metros de la sede del FMI en Washington–, proteger el sistema financiero mundial se convierte en un reto diplomático. No será fácil; hasta la fecha, la administración de Trump ni tan siquiera ha nombrado a un consejero ejecutivo en el Fondo
El dilema se ha puesto de manifiesto esta semana en el preámbulo de la asamblea de primavera del FMI y el Banco Mundial en Washington. Ayer, Christine Lagarde, directora gerente del FMI, aplaudió la polémica reforma tributaria de la administración Trump en lo que se refiere al impuesto de sociedades, que se reducirá del 35% al 21%. “Estamos encantados con la reforma del impuesto de sociedades, vuelve a la media de la OCDE y es una buena forma de incentivar a las empresas”. La bajada es parte de un gigantesco paquete de recortes tributarios que incluye reducciones del impuesto sobre la renta sesgadas fuertemente en favor de los contribuyentes de ingresos más altos.
Al mismo tiempo, el FMI ha insistido esta semana en aprovechar la coyuntura para poner en marcha ajustes fiscales. El plan de Trump choca frontalmente con esta recomendación. “Todas las economías avanzadas están adoptando políticas para ir bajando sus déficit menos uno”, ironizó Vítor Gaspar, el jefe de análisis fiscal del FMI, en referencia a EE.UU. Según el informe del FMI, el paquete billonario de recortes tributarios en EE.UU. contribuirá a un aumento del déficit presupuestario en EE.UU. al 5% del PIB y una subida de la deuda pública del 108% al 117%.
El problema es mayúsculo porque, según el análisis del FMI, un estímulo fiscal puede desatar la primera subida de la inflación en una década. “Estados Unidos esta llevando a cabo una expansión fiscal significativa en un momento de pleno empleo”, advirtió Maurice Obstfeld, economista jefe del Fondo . Por eso, “existe la posibilidad de que la inflación suba fuertemente, lo cual desencadenaría un aumento de tipos de interés”. Esto ocurre en un momento de niveles récord de endeudamiento global.
Según el último informe fiscal del FMI “si no se adoptan medidas para compensar la pérdida de ingresos, ocasionada tanto por los recortes del impuesto sobre sociedades como sobre la renta, los déficit más abultados tendrán que ser financiados en los mercados ejerciendo presiones alcistas sobre los tipos de interés”. Todo lo cual significa que el plan de recortes tributarios de la administración Trump puede tener un impacto sistémico, un riesgo que el FMI es responsable de minimizar. Pero el recorte del impuesto de sociedades que propone el FMI es parte del problema, advierte el Instituto de Política Económica (EPI) en Washington . El recorte del impuesto de sociedades “reducirá automáticamente el ahorro público y subirá el déficit presupuestario federal”, advierte
Hay otra incongruencia en el apoyo del FMI a la reforma del impuesto de sociedades en EE.UU. Hace tiempo ya que el Fondo sostiene que la subida de la desigualdad de rentas en las economías avanzadas es un obstáculo para el crecimiento sostenible. “Un exceso de desigualdad erosiona la cohesión social, genera la polarización política y, en última instancia puede perjudicar el crecimiento económico”, advierte el informe fiscal del FMI del 2017. Pero, según el EPI, “el recorte del impuesto sobre sociedades y sobre la renta va a beneficiar a los estadounidenses más ricos”.
Los economistas de la institución temen que la política americana provoque un aumento de la inflación