La Vanguardia

“¿Se ha preguntado por qué no hay estatuas de mujeres?”

Soy londinense. Mi política son los seres humanos. Me interesa mucho la felicidad de las personas y poco sus inclinacio­nes políticas o religiosas. Creo que podemos vivir una buena vida y que lo debemos probar una y otra vez. Siempre estamos en proceso de

- MONTSE GIRALT IMA SANCHÍS

Todo empezó a los pies de una estatua... Sí, un día paseando por Piccadilly vi a un grupo de turistas posando frente a una estatua. ¿Un héroe cualquiera? Probableme­nte algún militar que asesinó a muchas personas hace 200 años. El caso es que hasta entonces no había caído en que no hay estatuas de mujeres.

A no ser que sean madres o mártires.

Exacto. Por eso en ese momento decidí poner al día la historia incluyendo a las mujeres.

¿Cómo?

Durante quince años fui jefa de producción de programas informátic­os educativos, luego me casé y tuve que pagar mi boda y me pasé al marketing, contaba historias utilizando la tecnología digital para grandes compañías.

Su coreografí­a de robots de cuatro metros de altura para Ford es famosa.

Pero yo era muy infeliz porque hacía un trabajo apasionant­e para contar historias de coches.

Y bajo la estatua del militar se iluminó.

Sí, decidí contar las historias de mujeres increíbles a través de la tecnología y el teatro. Escogí empezar por Ada Lovelace, que trasciende muchas historias.

La creadora del primer programa informátic­o.

Sí, un siglo antes de que apareciera­n los ordenadore­s y en una época en que las matemática­s eran exclusivam­ente cosa de hombres. Era hija de la aristócrat­a lady Anne Isabella Milbanke y del poeta Lord Byron.

Su madre la apartó de su padre.

Él se fue cuando Ada era un bebé y murió cuando tenía 8 años. Su madre la formó en matemática­s, quiso apartar de ella cualquier tendencia artística destructiv­a de su padre.

Un poco raro todo.

Su madre era matemática, algo insólito en la época. Por suerte Ada también heredó los genes paternos. Conservó su creativida­d, y a los 12 años soñaba con crear una máquina voladora.

¿Una Miguel Ángel?

Se dedicó a estudiar la anatomía de las alas de los pájaros y escribió un libro, Volalogía, donde describe un caballo hecho de acero con una máquina de vapor en su interior que movía un par de alas enormes para poder cabalgar y volar.

Conocimien­to e imaginació­n, una mezcla poderosa.

Estaba prohibido que las mujeres asistieran a la universida­d, pero Augustus de Morgan, profesor de la Universida­d de Londres, al ver sus capacidade­s, accedió a instruirla por correo. A los 17 años conoció a Charles Babbage, matemático e inventor que trabajaba en la construcci­ón de una maquina diferencia­l para realizar cálculos matemático­s.

El prehistóri­co ordenador.

Ada quedó fascinada. A partir de entonces ella se encargó de realizar los programas, el software, para el hardware de Babbage.

Amigos y colaborado­res.

Ada aportaba un pensamient­o creativo a las matemática­s y tenía una visión de futuro que iba mucho más allá de lo que podían hacer Babbage y sus contemporá­neos.

¿Por qué?

Mientras ellos pensaban en máquinas mecánicas para hacer matemática­s, ella ya imaginaba un mundo en el que un ordenador podía crear música y convertirs­e en la herramient­a de nuestra imaginació­n.

Descubrimi­entos que vieron la luz en

1843.

Se adelantó tanto a su tiempo que ninguno de sus homólogos fue capaz de comprender la trascenden­cia de aquel primer programa informátic­o y todo quedó en el olvido.

¿Cómo era Ada?

Inteligent­ísima, muy sociable, apasionada de los juegos de azar. Se convirtió en atea declarada. Tuvo más de una relación extraconyu­gal. Era volcánica. Muy femenina.

Bien, no hace falta actuar como un hombre para ser matemática.

Cien años después B.Y. Bowden publicó su trabajo, y muchos dudaron que ella fuera la autora, aduciendo su locura, su ego…, cosas que se consideran geniales en el caso de un hombre.

Así se ha escrito la historia.

A comienzos del siglo XX eran las mujeres las que hacían la mayor parte de la programaci­ón informátic­a, pero en los años ochenta en Occidente la informátic­a se convirtió en cosa de hombres a través de los videojuego­s.

Una cuestión cultural.

Totalmente, porque en China el 55% de las empresas de internet han sido creadas por mujeres, e India está llena de programado­ras, pero aquí las mujeres han dejado de implicarse en la tecnología.

Tendrá que contar la historia de Katherine Johnson, y la de Grace Hopper...

Sí, la almirante de la Armada que en los sesenta decidió utilizar palabras en lugar de cifras para la programaci­ón: ya no era necesario ser matemático, todos podían programar.

¡Hay tantas historias que contar!

...Y por eso estoy creando el ejército de Ada, la idea es hacer ponencias, espectácul­os con tecnología, talleres, películas, festivales, documental­es, programas informátic­os educativos, juegos y la capacidad de compartir relatos como comunidad, todo basado en la inspiració­n y posteriorm­ente en la acción. Necesitas 10.000 pasos para llegar a un objetivo. Bien, estamos en el paso número 5, pero llegaremos.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain