Aire fresco para el Raval
La inauguración en septiembre del año 2000 de la rambla del Raval, un paseo de unos 300 metros de largo por 60 de ancho, marcó la definitiva reconversión del novelesco barrio chino en el multicultural Raval. Aquella operación de esponjamiento urbanístico de una de las zonas más densas de Barcelona, que obligó a derribar cinco manzanas de casas, se ha revelado a lo largo del tiempo como un acierto, a pesar de que los nostálgicos de un pasado mitificado pero cargado por multitud de problemas sociales todavía añoran aquel escenario. Ahora, el Ayuntamiento anuncia una remodelación de la rambla del Raval para convertirla en un lugar de encuentro para todos los públicos, en una moderna ágora de la que nadie se sienta excluido. El propósito es más que loable, pero las actuaciones que se lleven a cabo deberán ir acompañadas de una intervención más decidida de los poderes públicos, especialmente contra el tráfico de drogas y la ocupación de viviendas vinculada a esta actividad, para que el Raval sea definitivamente un lugar de convivencia.