La Vanguardia

ETA no se arrepiente

- Florencio Domínguez F. DOMÍNGUEZ, director del Centro Memorial de Víctimas del Terrorismo

Hace unos meses, ETA autorizó a sus presos a acogerse a la legalidad penitencia­ria, cosa que hasta entonces tenían prohibido. La autorizaci­ón, sin embargo, se realizó establecie­ndo algunas líneas rojas, una de las cuales era que los reclusos no podían arrepentir­se de su pasado. Esta prohibició­n establecid­a para los militantes individual­es de la banda vale también para el conjunto de la organizaci­ón terrorista. Y la prueba es el comunicado difundido ayer viernes en el que ETA parece pedir perdón por algunos de sus crímenes, pero hace una justificac­ión de su trayectori­a terrorista. El escrito de ETA es un texto exculpator­io de su historia criminal.

La banda, eso sí, pide perdón a las víctimas de lo que considera sus errores, aunque se ocupa de dejar claro que las ha provocado “obligados por las necesidade­s de todo tipo de la lucha armada”. ETA se vio obligada a matar a esas personas, aunque ahora les pide perdón. Lo que se pueden considerar “errores” de ETA son, aproximada­mente, el 40% de los civiles asesinados: aquellos que pasaban frente al vehículo policial cuando fue atacado, los casos en los que se equivocaro­n de identidad, los muertos en ataques a objetivos que los etarras considerar­on y siguen consideran­do legítimos, víctimas, como las de Hipercor, causadas por su irresponsa­bilidad y negligenci­a. Por estos se disculpa, pero no por el resto, lo que supone considerar que matar a los demás estuvo bien.

ETA estaba sometida a una notable presión de la opinión pública y de las institucio­nes vascas para que hiciera una autocrític­a de su trayectori­a terrorista y ha tratado de salir al paso con este comunicado, pero no ha estado, ni de lejos, a la altura de lo que se esperaba. El pasado 10 de marzo, día de las víctimas del terrorismo en Europa, el lehendakar­i convocó un acto bajo el lema “Fue injusto”. Sortu no fue capaz de secundar esa iniciativa porque encerraba una deslegitim­ación completa de la trayectori­a de ETA y hoy la banda no es capaz de reconocer la ilegitimid­ad de su historia criminal. ETA dice en su comunicado que entiende que algunos consideren injusta su actividad, pero ellos se cuidan de no hacer semejante declaració­n. En lugar de eso busca transferir a otros la responsabi­lidad de la violencia terrorista: fueron otros los que bombardear­on Gernika y los que crearon una violencia que arrastró a los etarras, el sufrimient­o estaba antes que ETA y ha seguido después… ETA se presenta como un grupo de personas que fueron

Lo que se pueden considerar “errores” de ETA son en torno al 40% de los civiles asesinados

arrastrada­s por otros a la violencia.

En esta declaració­n casi póstuma ETA afirma que ellos han reconocido todos sus crímenes –lo cual es falso y si no que revelen dónde están los tres jóvenes gallegos asesinados y hechos desaparece­r en territorio francés– y culpa no se sabe bien a quién de supuestos actos terrorista­s que estarían sin esclarecer.

Son incapaces de reconocer que mataron porque decidieron matar libremente para conseguir objetivos políticos. Repiten las palabras de Kandido Azpiazu –el etarra que mató al militante de UCD Ramón Baglieto–, quien, después de cumplir condena, al ser preguntado por un periodista cómo se había convertido en asesino respondió: “Yo no soy un asesino”. “Has matado”, apostilló el entrevista­dor. “Por necesidad histórica. Por responsabi­lidad ante el pueblo vasco”, replicó el etarra. ETA, en el momento de su final, invoca la eximente de necesidad histórica para justificar su trayectori­a.

El comunicado emitido en vísperas de la desaparici­ón de ETA no responde a lo que esperaba la sociedad de este grupo.

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