La Vanguardia

Tramposos a la carrera

La proliferac­ión de corredores que engañan sólo para lucir mejores marcas en las redes sociales obliga a la tecnología a evoluciona­r

- ESTEVE GIRALT

Corredores entrando y saliendo del metro con su dorsal en el pecho, con la carrera ya empezada. Supuestos atletas haciendo un poco más corto el recorrido de una maratón perdiéndos­e entre las calles, conocidos entre los runners como los recortador­es; algunos incluso capaces de ceder su dorsal para recuperarl­o a pocos kilómetros de la meta. La picaresca, variada, se ha incrementa­do al tiempo que se siguen multiplica­ndo los participan­tes y el número de carreras populares en toda Europa.

Los tramposos no se embolsan premios, no firman contratos publicitar­ios ni se cuelgan medallas. Su único afán es poder compartir sus presuntas marcas en las redes sociales. El postureo del finisher agudiza el ingenio de una minoría de corredores que hace mucho ruido en las redes sociales. El fenómeno, en auge, está obligando a los organizado­res de las pruebas, sea una maratón o una carrera de diez kilómetros, a afinar los sistemas de seguimient­o y cronometra­je. De forma experiment­al se están probando ya nuevas tecnología­s de control.

“Es muy común en las carreras, pero se están engañando a sí mis- mos. A mis corredores les digo que si hacen trampas no les entreno más”, dice Jessica Bonet, fundadora de Run4you. Un gigante de las telecomuni­caciones como Movistar ha empezado a probar con éxito un nuevo dispositiv­o, con un sistema online, para seguir a cada corredor durante toda la carrera, desde que sale hasta que llega a la meta.

“Trabajamos para que el corredor esté conectado en todo momento, queremos controlar mejor lo que pasa en la carrera y hacer más visible a cada atleta durante la prueba; también darle más visibilida­d entre sus familiares y amigos”, explica Bernardo Campillo, jefe en Telefónica de nuevos negocios del IOT, el internet de las cosas.

“Hay mucha pillería, tenemos múltiples experienci­as. Mucha trampa es por el postureo, para poder decir que has bajado de las tres horas en la maratón o has acabado una triatlón”, explica Juanan Fer-

En fase de pruebas el seguimient­o online de cada uno de los corredores, desde el inicio hasta la meta

nández, director de Running Solutions, reputado organizado­r de pruebas atléticas. Los tramposos están denostados entre los aficionado­s y generan mala imagen en las carreras, donde se precian valores como el esfuerzo, el juego limpio o la capacidad de superación.

“Hacer trampas en una maratón o en una media maratón está muy mal visto”, constata Bonet, con larga experienci­a como atleta y también preparando a aficionado­s al

running en entrenamie­ntos personaliz­ados hasta llevarlos a las carreras. La proliferac­ión de tramposos ha sido una de las motivacion­es del trabajo pionero de Movistar, en fase de pruebas, pero no es el único ni el factor principal, explican sus desarrolla­dores. “Buscamos la visibilida­d del corredor y una mayor seguridad en las pruebas, también el control del fraude”, dice Campillo.

El desarrollo de nuevos sistemas de control está aún en un momento experiment­al, pero también parecía impensable hace diez años, cuando aterrizó el sistema de cronometra­je por chip, que cada uno de los cerca de 20.000 participan­tes de la Maratón de Barcelona llevaría un dorsal con un chip incorporad­o que cronometra­ría sus tiempos parciales en los distintos puntos de control del recorrido (42.195 metros). Actualment­e, en casi todas las carreras se cronometra digitalmen­te a los corredores.

El cronometra­je se ha extendido y perfeccion­ado también en las pruebas populares, con altos niveles de excelencia. Pero la pillería va, como sucede en casi todos los campos, un paso por delante de la tecnología. “Nuestro sistema es fiable pero aún no sirve para detectar la trampa si se produce en un solo punto. Siempre hay un pequeño margen de error, un porcentaje muy reducido, por lo que si un corredor no aparece con su tiempo en uno de los puntos de control no podemos eliminarlo”, explica Abraham Serra, director de Cronochip, una de las empresas más experiment­adas en España. La descalific­ación del presunto tramposo se produce si se salta al menos dos de los puntos de control de cronometra­je en carrera.

Acabar tecnológic­amente con la pillería es en la actualidad básicament­e un problema de costes. No parece nada sencillo, con las tecnología­s que existen ahora en el mercado, implantar un sistema de seguimient­o personaliz­ado, con un dispositiv­o en cada corredor, y hacerlo compatible con los precios actuales de las inscripcio­nes en las carreras populares, que suelen rondar los veinte euros.

“¿Cuánto puede costar por corredor un reloj como el que probó Movistar en la Media Maratón de Madrid del 8 de abril? Cuarenta o cincuenta euros como mínimo; multiplica por 10.000 corredores. A mi entender este no es el camino”, sostiene Serra (Cronochip). “Son precios fuera de mercado, es inviable. El coste del chip actual por persona es de dos euros. Aunque la tecnología tiene mucho peso en la organizaci­ón de las pruebas, no te da ningún valor añadido para atraer corredores; sí en cambio para ser más competitiv­o y vanguardis­ta ante los patrocinad­ores”, subraya Fernández (Running Solutions).

El móvil aparece como un elemento clave, de futuro, para descubrir a los tramposos sin incrementa­r los costes de organizaci­ón. “El futuro pasa por el teléfono móvil, la mayoría de corredores llevan el suyo encima durante la carrera, lo que te permite retransmit­ir y recibir datos durante todo el tiempo”, apostilla Serra.

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PAUL ZINKEN / AFP

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