La rambla del Raval se convertirá en una gran plaza
El Ayuntamiento quiere que deje de dividir el barrio y sea por fin un punto de encuentro
La rambla del Raval cumplirá 20 años de historia convertida en una gran plaza. El gobierno de la alcaldesa Ada Colau anunció ayer la inminente transformación de un paseo que nunca terminó de cumplir el papel que tenía asignado. Ahora la idea es despejar el lugar, extender la zona peatonal, generar una mayor sensación de amplitud, acercar las plazas de Vázquez Montalbán y Salvador Seguí, revitalizar también estos rincones...
Las obras, que supondrán una inversión de un millón de euros, comenzarán este otoño, y concluirán la primavera del 2019. El gato de Botero disfrutará de un mayor protagonismo, quedará ubicado frente al hotel cilíndrico, en el corazón de la nueva plaza. A finales de los años noventa el Ayuntamiento echó abajo dos calles, cinco manzanas, 62 edificios, 1.384 viviendas... Desde entonces el aire corre mucho más fresco por el Raval. Aquella faraónica y también traumática operación urbanística sirvió para oxigenar el barrio, para esponjarlo, tal y como comenzó a decirse por aquellos tiempos.
Aquí sirven unas hamburguesas excelentes, el mundo gay tiene uno de sus garitos insignia, gente de toda la ciudad viene a tomarse una copa cuando tiene ganas de sentirse canalla... Pero esta rambla nunca dejó de ser un lugar principalmente de paso. A pesar de que el Raval es uno de los barrios con mayor carencia de espacios públicos, buena parte de los vecinos de la zona prefieren pasar su tiempo libre en otros rincones de la ciudad. Por la rambla del Raval abundan borrachos que hacen pipí tras las palmeras, vendedores ambulantes que esconden sus latas entre los arbustos, personas con muchos problemas que aguardan a que les den un bocadillo o una jeringuilla limpia en alguno de los numerosos centros de ayuda de los alrededores... A veces es más fácil entablar una conversación casual sobre conspiraciones de extraterrestres que sobre el tiempo.
“Este distrito tiene muy poco espacio público –detalló ayer la concejal del Ciutat Vella, Gala Pin, en la propia rambla–, y tenemos que procurar sacarle el mayor provecho posible al que tenemos. Queremos que la rambla del Raval sea un au- téntico punto de encuentro vecinal, para todos, sin usos excluyentes”.
Para ello los dos laterales del tramo central adoptarán la forma de plataforma única. De este modo el vehículo privado tendrá menor peso. Además serán retirados los arbustos que ocultan el otro lado del vial. De este modo la rambla y las dos plazas tendrán una solución de continuidad, constituirán un nuevo espacio. También se construirán cuatro parterres: uno para juegos infantiles, otro donde los chavales puedan bailar y dos más con césped y flores cuya altura no permita a nadie esconderse. Además se instalarán un montón de bancos dispuestos para invitar a la conversación, un lavabo público autolavable y una fuente. Además, a fin de que la plaza Vázquez Montalbán no resulte tan inhóspita, allí se plantarán unos
UNA IDENTIDAD REFORZADA
El gato de Botero estará en el centro del vial para disfrutar de un mayor protagonismo
TODOS A LA VISTA
La nueva disposición trata de reducir los elementos que pueden servir para esconderse
cuantos árboles y dispondrán varias montañetas, así como mesas de tenis de mesa y fut-toc y una pista de bádminton. El paso a Salvador Seguí tendrá una nueva iluminación para que cruzarlo al caer la noche no dé una impresión tan siniestra. En Salvador Seguí se multiplicarán los juegos infantiles.
“Nosotros estamos contentos –explican los vecinos de la asociación Acció Raval–. Pondrán más flores y menos arbustos, así no tendremos tanta gente escondiéndose. Y Vázquez Montalbán y Salvador Seguí tendrán atracciones y sombra. Si todo sale bien, la rambla del Raval dejará de ser una frontera que parte el barrio”.
La asociación de vecinos de la Illa Robador espera que estas medidas de microcirugía urbanística vayan también de la mano de otras de tipo policial y social. “Nosotros les pedimos que vallaran la nueva zona de juegos infantiles de Salvador Seguí –explican–, pero no nos hicieron caso. Lo que plantean es muy bonito, pero creemos que para que funcione de verdad antes hay que solucionar unos cuantos problemas”. Salvador Seguí ya tiene una zona de juegos infantil, y en su pequeño tren de juguete los niños pueden encontrar adultos durmiendo la borrachera, inyectándose heroína o haciendo sus necesidades.