Todos son el día del Libro
Letras armadas El periodista Alfonso Armada fue corresponsal en Sarajevo y en media África: “Hay días que son como marcas en el agua”, dice El clásico Jordi Gracia presentó la nueva edición en tapa blanda de su biografía de Cervantes, con Pilar Reyes, Mi
Escribir es una forma de viaje. Descubres lo que ya estaba ahí, recorres el espacio con ojos limpios. “Una cosa es ver mundo y otra mirarlo”, dice el editor de Malpaso, Malcolm Otero, en la Altaïr. Al saber que el periodista Alfonso Armada había explorado dos veces los paisajes españoles, Laura Ferrero se preguntó qué sentido tiene volver donde ya has estado, cuando queda tanto por brujulear. Lo entendió en cuanto tuvo Por carreteras secundarias en las manos. No es un libro en contra de los mapas, pero sí de esos que se encuentran en las recepciones de los hoteles, donde sólo sale el centro de la ciudad. “El autor cuestiona lo convencional”, dice Ferrero, “tiene una mirada lateral sobre esa España un poco aislada, y hace una reflexión sobre su propia disciplina literaria”. Detalles, historias, márgenes alejados de la obviedad.
Armada, que fue corresponsal en Sarajevo y numerosos países africanos, recuerda el poema
Falta de atención, de Wislawa Szymborska. “Hay días que son como marcas en el agua”, explica, y él necesita sentir cómo todos dejan huella. De hecho, no entiende el tiempo que dedicamos a las pantallas, cuya luz mortecina ilumina nuestros rostros precadavéricos. Tampoco entiende la obsesión de llegar a los sitios cuanto antes, esa aceleración global. Para él la velocidad es un error. “¿A qué viene tanta prisa? El tiempo que inviertes en el camino es la vida”. Por eso prefiere las carreteras a las autopistas, en las que no puedes detenerte ni dar media vuelta. “El verdadero viaje es cuando no sabes dónde vas a dormir, qué te vas a encontrar”, dice. Y así llega a la tierra de Platero y yo, por ejemplo. O descubre que en Alicante existe un pueblo llamado Comala, como la pequeña ciudad a la que promete regresar Juan Preciado en Pedro Páramo, de Juan Rulfo.
Entre un público atento y encantado, están Rosa Maria Calaf, Clara Usón, que este Sant Jordi firmará ejemplares de El asesino tímido
(Seix Barral), la agente literaria Marina Penalva, el editor Enrique Murillo. El título de Armada rinde homenaje a ese viaje de un padre y un hijo en un Citroën Tiburón que Ignacio Martínez de Pisón llevó por Carreteras secundarias.
Por cierto, esta semana presentó en la +Bernat Filek: el estafador que engañó a Franco (Seix Barral), con Jordi Soler. En la misma librería, Jordi Gracia presentaba la nueva edición en tapa blanda de su biografía Miguel de Cervantes. La conquista de la ironía. Lo acompañaban la editora de Taurus, Pilar Reyes, Miguel Aguilar, y el poeta y ensayista Joaquim Marco. Escribir es una forma de distancia, y bien lo sabía el autor del Quijote, por quien, en parte, se celebra el día del libro en Sant Jordi, aunque él murió un 22 de abril. Josep Pla sí lo hizo un 23 de abril. Y también Inca Garcilaso de la Vega, así como Shakespeare, pero del calendario juliano. Si fuera escritor, esa fecha me daría un poco de miedo. Especialmente este año: algunos vaticinan que será el fin del mundo porque un planeta chocará contra la tierra. La Nasa lo desmiente.
Por si acaso, el Club TR3SC adelanta la fiesta, y celebra su duodécimo aniversario con ocho autores, que hablan de sus obras quince minutos sobre el escenario de la Antiga Fàbrica Damm, entrevistados por Anna Guitart. Roser Capdevila, madre de Les tres bessones, demuestra ser una show-woman total. Y adelanta los dos libros de memorias ilustradas con los que tiene previsto continuar La nena que volia dibuixar (Angle). En uno de ellos, dice, explicará cómo fue la primera cita con su marido. Él fue a buscarla en coche y la invitó al túnel. ¿Al túnel? ¿Qué túnel?, se preguntó ella. Era el túnel de lavado. Muy romántico. En Bon dia, són les vuit! (Destino) con el que obtuvo el Pla, Antoni Bassas cuenta qué se siente al estar presente en tantos hogares durante tantos años. Según dice, la radio te acompaña con respeto, sin entrometerse, mientras que la tele es como ese niño en el tobogán que insiste a sus padres: “Mira, mírame, mira lo que voy a hacer”. Najat El Hachmi habla de lo que significa ser una Mare de llet i mel (Edicions 62), y una cola larguísima espera paciente a que Martí Gironell les firme La força d’un destí (Columna), premi Ramon Llull. También hay cola delante de Carme Riera, que firma su novela “gris oscura casi negra” Venjaré la teva mort (Edicions 62/ Alfaguara). Hay albóndigas y cerveza, se han acabado las patatas bravas.
Roc Casagran presenta Direm nosaltres (Amsterdam), acompañado de Cesk Freixas. Y Màrius Serra es el único que va con un personaje del libro que ha escrito, La novel·la de Sant Jordi (Amsterdam). Se trata de Oriol Comas i Coma, y juntos proyectan un vídeo de su paso por El Món de Llibres, en Manacor: de repente, alguien les disparó. Era el actor Toni Gomila, que los liquidó para poder presentar su Jo vos prec. Tal vez el lunes veamos competiciones así de sangrantes por salir en la lista de los más vendidos. Para mí, todos son el día del Libro, menos Sant Jordi. Porque ese es el día de mi cumpleaños. Georges Steiner también nació un 23 de abril, y Nabokov lo hizo el 22. Y si escribir es una forma de viaje y de distancia, leer es llegar con tiempo a todas partes. Es hacer que ningún día pase como una marca en el agua.