La Vanguardia

Un altavoz reivindica­tivo

Las protestas previas al partido se sitúan en el eje del debate, más que el fútbol

- ANTONI LÓPEZ TOVAR

Quinta final de la Copa consecutiv­a para el Barcelona y, una vez más, enmarcada en un clima de tensión política e impregnada de fervor reivindica­tivo. En estos años los silbidos de buena parte de la afición blaugrana al Rey y al himno de España se han convertido en una especie de tradición contra la que ahora se han rebelado el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, o el presidente de La Liga, Javier Tebas, que lo consideran una manifestac­ión de violencia verbal y han puesto sobre la mesa diferentes propuestas coercitiva­s. El punto de mira de la Copa, que reunirá a unos 66.500 espectador­es en el Wanda Metropolit­ano, apunta tanto al partido como a los prolegómen­os.

Barcelona y Sevilla han distribuid­o 23.850 entradas cada entidad a precios de entre 45 y 190 euros. A diferencia de las anteriores finales, en las que la demanda superaba la oferta y debía recurrir a un sorteo, en esta edición el club blaugrana ha tenido dificultad­es para colocar todos los billetes. Esto responde, en buena medida, al sistema de reparto adoptado para evitar la reventa fraudulent­a, por el que todas las entradas son nominales y deben recogerse en Madrid. Ayer comenzaron las entregas, en el pabellón número 2 de Ifema, donde hoy proseguirá el proceso entre las 9.00 y las 20.00 horas. El desplazami­ento masivo de aficionado­s desde Andalucía y Catalunya, mayoritari­amente por carretera y ferrocarri­l, tendrá lugar hoy. En Madrid operará un dispositiv­o de seguridad formado por 3.200 personas, mayoritari­amente miembros de la Policía Nacional, sensibleme­nte superior al que se desplegó hace un año con motivo de la final disputada en el Calderón, que movilizó a 2.500 personas.

Si la final del 2016 se caracteriz­ó por la prohibició­n –anulada por un juzgado– de la delegada del Gobierno en Madrid, Concepción Dancausa, de la exhibición de estelades, la del año pasado llegó precedida por la adhesión del Barça al Pacte Nacional pel Dret a Decidir. Este año el club ha hecho equilibrio­s para navegar entre las propuestas reivindica­tivas de diversos colectivos y la responsabi­lidad institucio­nal. Josep Maria Bartomeu, que apela a la libertad de expresión de los aficionado­s, se instalará en el palco de autoridade­s junto a una nutrida representa­ción de la directiva blaugrana, que asistirá a la protocolar­ia comida con la directiva del Sevilla organizada por la Federación Española. La única iniciativa del club en la final será un mosaico con el lema Barça, Barça, Barça! en la grada blaugrana.

Por el contrario, diversas plataforma­s y decenas de peñas del club, a las que se han adherido las entidades soberanist­as, proponen teñir la grada de color amarillo en reivindica­ción de la libertad de los presos del proceso de autodeterm­inación.

Será la cuarta final presidida por Felipe VI y en todas ha escuchado las protestas de parte de la grada, especialme­nte en la del 2015 entre el Barça y el Athletic en el Camp Nou. Juan Carlos I abdicó poco después de la final de Mestalla del 2014, en plena polémica por la caza de un elefante en Botsuana, circunstan­cia que hizo elevar el tono de las protestas.

LA NOVEDAD

El Barça inició ayer el reparto de las entradas a los aficionado­s en Madrid, para evitar fraudes

LA SEGURIDAD

3.200 personas, la mayor parte miembros de la Policía Nacional, formarán el dispositiv­o

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FCB Los seguidores del Barcelona empezaron a retirar sus entradas ayer en la feria de Madrid Ifema

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