La casa de los líos de los Nobel
LA ACADEMIA DE ILUSTRES Y LA ÉLITE CULTURAL SUECA SE ENFRENTA A DIVERSAS POLÉMICAS QUE PONEN EN PELIGRO SU PRESTIGIO, IMAGEN Y FUTURO. A PESAR DE ELLO, ALGUNOS DE SUS INTEGRANTES ABOGAN POR LA RENOVACIÓN INTERNA; INVESTIGAN LOS CASOS DE ABUSOS SEXUALES, FINANCIACIÓN IRREGULAR Y FILTRACIONES DE GANADORES
Abusos sexuales, nepotismo, impunidad, corrupción... La lista de pecados que estos días manchan el nombre de la Academia Sueca es larga. Y su gravedad todavía mayor si se tiene en cuenta el privilegiado pedestal en el que hasta ahora vivían los miembros de esta antigua institución.
Encargados de elegir cada año al Nobel de Literatura, a menudo se les citaba como los “18 mejores y más brillantes” representantes de las letras suecas. Pero, como suele decirse, cuanto más alto se sube, más grande es la caída. Y lo cierto es que el caos en que se halla hoy la reconocida organización no puede ser peor.
No hay día sin que emerja alguna nueva riña, disputa o acusación entre los desavenidos académicos. Los mismos que en estos últimos años se han puesto de acuerdo para elegir a Nobeles del calado de Mario Vargas Llosa, Patrick Modiano o Kazuo Ishiguro, ahora se dedican a lanzarse dardos envenenados entre ellos desde las páginas de los periódicos.
En realidad, a nadie le extraña. Hacía tiempo que corrían rumores sobre los oscuros secretos que se escondían tras las impolutas paredes de la Academia. Sin embargo, fue el movimiento #MeToo y la llegada de su onda expansiva a Suecia lo que destapó hace unos meses la caja de Pandora, dando lugar a un sinfín de escándalos que desde entonces no dejan de crecer.
En el epicentro se halla el fotógrafo y dramaturgo francés JeanClaude Arnault, de 71 años, que no es miembro de la Academia pero sí está casado con una de sus miembros, la poeta Katarina Frostenson.
Nacido en Marsella en 1946, llegó a Suecia en los años 60. Estudió en la escuela del fotógrafo Christer Strömholm y, poco a poco, se fue haciendo un hueco entre la élite artística de Estocolmo. Allí fue donde conoció a la que hoy es su mujer y juntos fundaron Forum, un selecto club con fuertes lazos con la Academia que acabaría siendo frecuentado por la crème de la crème de la intelectualidad sueca.
En sus instalaciones se organizaban actos de danza, música, tea-
tro o poesía y conseguir una invitación era el máximo objetivo de quienes querían darse a conocer en los círculos culturales del país.
Dada su elevada influencia y contactos al más alto nivel, Arnault era conocido como el miembro número 19 de la Academia, que sólo tiene 18. Y se sabe que, más allá de su mujer, mantiene fuertes lazos de amistad con varios académicos.
Pero el pasado mes de noviembre, se desató la tormenta después de que 18 mujeres aseguraran en un artículo publicado por el diario
Dagens Nyheter que Arnault había utilizado su elevada posición para abusar de ellas.
La periodista y escritora Lena Ten Hoopen, por ejemplo, explicó que Arnault la había toqueteado por todo el cuerpo y que cuando consiguió quitárselo de encima, él la increpó, asegurándole que con aquella actitud nunca conseguiría ser nadie en la industria. “¿No sabes con quién estoy casado?”, le habría dicho.
En su caso, el manoseo tuvo lugar en un bar y, por lo tanto, en un lugar público, durante la feria del libro de Göteborg. Otras víctimas, en cambio, revelaron que Arnault habría abusado de ellas en dependencias de la propia Academia. Y más adelante, incluso, se supo que también se habría comportado de manera indecente con las mujeres e hijas de algunos miembros de la institución.
En un primer momento, la reacción fue contundente. En diciembre, la Academia excluyó a Arnault del banquete de los Nobel que se organiza cada año y ordenó una investigación para dilucidar lo ocurrido.
Sin embargo, las ramificaciones del caso han derivado en una lucha por el poder en el seno de la institución. Por un lado están quienes, capitaneados por la académica Sara Danius, querrían limpiarla y modernizarla. Y, por el otro, quienes se aferran irremediablemente a los esquemas de la vieja escuela, con Horace Engdahl como máximo exponente.
Se da la circunstancia de que Engdahl es amigo íntimo de Arnault, que, además de abusos sexuales, también está acusado de haber recibido fondos de la Academia de manera irregular y haber filtrado los nombres de los ganadores del Nobel en al menos siete ocasiones.
Probablemente, el escándalo sexual quedará en nada. La Fiscalía ya ha desestimado varios casos por prescripción o falta de pruebas. Pero los otros dos entuertos sí amenazan con hundir definitivamente a la Academia, con la esperanza de que de sus cenizas surja una institución renovada.
Recientemente, 18 mujeres aseguran que Arnault utilizó su posición y poder para abusar de ellas
De los 18 miembros que tiene la Academia solo quedan 11 por las dimisiones en cadena a raíz del escándalo