La Vanguardia

El tenis está mucho más avanzado que el fútbol”

Javier Moreno, juez árbitro del torneo desde 1995

- ANTONI LÓPEZ TOVAR BARCELONA

EL REGISTRO

Ha arbitrado 102 eliminator­ias de la Copa Davis

LA FUNCIÓN

Controla que todos los apartados técnicos del torneo se ajusten a las normas de la ATP

Lo que no haya visto Javier Moreno Pérez sobre una pista de tenis es que no existe. Juez árbitro del Trofeo Conde de Godó desde 1995, a sus 57 años lleva toda una vida vinculado a la raqueta, desde que de niño pasaba las tardes en el club Barcino, cerca de su casa. No se vio futuro como tenista y decidió abrirse camino como entrenador y árbitro. Comenzó a dirigir torneos internacio­nales en 1982, dos años después debutó en la Copa Davis como juez de silla y en 1987 llegaba a los Grand Slam. En 1990 optó por sacrificar la labor de entrenador para convertirs­e en el primer árbitro profesiona­l español.

Se enorgullec­e de haber conocido a los dos primeros árbitros profesiona­les de la ATP, pero especialme­nte de las 102 eliminator­ias de la Copa Davis que ha arbitrado, la última la Suecia-Portugal disputada a comienzos de este mes. “Pueden contarse con los dedos de una mano los árbitros centenario­s en la Davis”, explica. Moreno siente una predilecci­ón especial por este torneo: “En la Davis se vive más la pasión del entorno, los jugadores tienen un equipo detrás y todo un país detrás”.

Cuando Moreno se bajó de la silla en el 2005 comenzaba a desarrolla­rse la tecnología del ojo de halcón. “Ahora el margen de error es mínimo”. La vida del árbitro h mejorado considerab­lemente. “conflicto y la tensión en la pista h bajado muchísimo, asegura, y concluye que en este sentido “el tenis está mucho más avanzado que el fútbol”. “Con la tecnología, al menos la lacra de los goles fantasma estaría solucionad­a. Respecto a los penaltis y otras jugadas, siempre hay una parte que es interpreta­ción. No todo es blanco o negro. Lo que hace a un árbitro diferente a otro es la parte gris. No es suficiente con conocer el reglamento, también hay que saber interpreta­rlo”.

Según Moreno, que comenzó como adolescent­e juez de línea improvisad­o en el Conde de Godó, lo más complicado de la función arbitral consiste en tener que tomar decisiones en décimas de segundo. “Cuando todo va bien, todo el mundo es bueno para hacer una cosa, pero cuando hay un conflicto tienes que sacar las capacidade­s”. Asegura que no existen tareas mucho más complicada­s que persuadir a un tenista de que se equivoca cuando está convencido de que una bola ha sido mala. Ahora ayuda la tecnología; anteriorme­nte, el prestigio y las cualidades del árbitro.

Durante su larga trayectori­a Javier Moreno ha experiment­ado anécdotas variopinta­s. Desde pistas con las dimensione­s inadecuada­s hasta superficie­s, como las del primer torneo de Casablanca, con botes impredecib­les. Un gorrión imprudente que se inmiscuyó en un intercambi­o falleció ante sus ojos a causa de un pelotazo en Australia, , un perro y una gallina interrumpi­eron un partido en la India al entrar en la pista. En Badalona entró una culebra... “¡El jugador salió por piernas!”, exclama Moreno.

Como juez árbitro vela por el cumplimien­to de los derechos y obligacion­es del torneo con la normativa ATP. Toda la parte técnica, desde el estado de las pistas hasta el ransporte de los jugadores, deende de él. Salvo el tiempo, Moreo lo controla todo.

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Javier Moreno, el pasado jueves, en la pista central del Tenis Barcelona
MANÉ ESPINOSA Al frente Javier Moreno, el pasado jueves, en la pista central del Tenis Barcelona

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