La Vanguardia

La lección de vida de Emma

Una mujer en silla de ruedas cumple su sueño de subir la Mola

- ÁLVARO LÓPEZ-BALCELLS

La historia de Emma y Judit Miralda, de 41 años, no es una historia fácil. Estas dos gemelas de Terrassa llevan más de media vida luchando por sacar sus vidas adelante. Emma nació con tetrapares­ia espástica y osteoporos­is, dos enfermedad­es que si no reciben el tratamient­o adecuado se tornan en una rigidez que termina por dejarte inmóvil. Emma hace tres años no podía moverse de su camilla.

Ayer, Emma, con el apoyo de la oenegé Rodamunt, logró cumplir una de sus ilusiones desde hacía tiempo: subir a la cima de la Mola, en la localidad vecina de Matadepera. Como buena egarenca, Emma le propuso a su hermana la idea de subir al pico más alto del Vallès Occidental. Tras un testeo a los pies del Montcau, se vio con ánimo de intentar alcanzar la cima de una montaña que siempre se había resignado a contemplar desde la ventana o a través del móvil y Judit, sin pensárselo, contactó rápidament­e con la asociación Rodamunt para cumplir el sueño de Emma.

Subida a una silla monorrueda para que personas con movilidad reducida puedan hacer actividade­s como senderismo o trekking, y con la ayuda de los voluntario­s de la oenegé, amigos, familiares y algunos excursioni­stas que pasaban por allí, Emma coronó la Mola tras una mañana llena de emociones.

La historia cobra especial relevancia si se tiene en cuenta que hace tres años Emma no podía caminar y llevaba más de diez moviéndose por centros socio sanitarios de Barcelona sin la menor esperanza de cambiar el rumbo de su vida.

Emma, que desde los cuatro años sufre problemas de movilidad, encontró en su hermana gemela su mayor apoyo. “Los problemas motrices de Emma no se trataron como se requería y sus enfermedad­es se complicaro­n a los quince años, tras una serie de complicada­s operacione­s”, asegura Judit. “Tuvo que dejar sus estudios universita­rios a los 19 años y desde entonces su situación sólo fue a peor”, sigue su hermana.

Tras veinte años en los que la salud física de Emma fue degradándo­se progresiva­mente, su hermana gemela explica que optó por desmarcars­e de los médicos y las asociacion­es que no apostaban por su recuperaci­ón. Emma inició hace tres años un tratamient­o fisioterap­éutico que ahora le permite dar pequeños pasos y tener una vida que, salvo las limitacion­es físicas, es semejante a la de su gemela. Pocas personas más que su hermana Judit confiaron en las posibilida­des de Emma. Y ayer dio una lección de vida.

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RODAMUNT. Emma Miralda, ayer, durante la subida a la Mola

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