Cervantes nicaragüense
El escritor y exvicepresidente dedica el premio a los “asesinados” en su país
El prolífico novelista, autor de cuentos y columnista Sergio Ramírez dedica el máximo galardón de las letras hispánicas a sus compatriotas “asesinados por reclamar justicia y democracia” al Gobierno de Daniel Ortega.
Sergio Ramírez Mercado (Masatepe, Nicaragua, 1942) fue vicepresidente del Gobierno sandinista de Daniel Ortega entre 1985 y 1990. La “corrupción” y el “abuso de poder” del Ejecutivo llevaron al escritor a distanciarse progresivamente del mandatario. Y en 1996 Ramírez dejó del todo la política para dedicarse por entero a su vocación primera y primordial: la literatura. Ayer, al recibir el premio Cervantes de manos del rey Felipe, el prolífico novelista, autor de cuentos y columnista dedicó el galardón a los nicaragüenses “asesinados por reclamar justicia y democracia” al Gobierno de Ortega, así como a “los jóvenes que siguen luchando por que el país centroamericano vuelva a ser una república”, según dijo en referencia a los alrededor de 30 muertos en las protestas de los últimos días contra el proyecto de reforma de la seguridad social y las pensiones lanzado por el Ejecutivo de Managua.
Todo el discurso de Ramírez fue una proclama de libertad, así como un canto a la literatura, a la lengua española y a los padres de las letras hispanas, con mención reiterada a Cervantes y al también nicaragüense Rubén Darío. “Lo que calla o mal escribe la historia lo dirá la imaginación, dueña y señora de la libertad. Pues no hay nada que pueda y deba ser más libre que la escritura”, dijo el premiado. Y consideró que la literatura entra “en mengua de sí misma” si paga tributos al poder, que cuando no es democrático “sólo quiere fidelidades incondicionales”. Los escritores libres son más bien “testigos de cargo”, señaló.
Ramírez, primer centroamericano que recibe el premio más relevante de literatura en castellano, se refirió a los dirigentes populistas, Ortega entre ellos, como “caudillos disfrazados de libertadores que ofrecen remedio para todos los males”. También aludió a los “caudillos del narcotráfico vestidos como reyes de la baraja”; al “exilio permanente de miles de centroamericanos hacia la frontera de Estados Unidos”; al “tren de la muerte que atraviesa México con su silbido de Bestia herida” y a “las fosas clandestinas que se siguen abriendo; basureros convertidos en cementerios”.
Sobre su paréntesis en el oficio de escritor para volcarse en la política –de 1979 a 1996, aunque nunca dejó del todo de escribir–, Ramírez explicó: “Si un día me aparté de la literatura para entrar en la vorágine de una revolución que derrocó a una dictadura fue porque seguía siendo el niño que se imagina de rodillas en el suelo de la venta presenciando la
función de títeres del retablo del Maese Pedro, ansioso de coger un mandoble para ayudar a Don Quijote a descabezar malvados”.
Ramírez no escatimó palabras de honra a sus padres literarios. “Cervantino y dariano, ato mi escritura con un nudo que nadie puede cortar ni desata”, afirmó. Y se retrató como heredero del boom latinoamericano y deudor de una lengua, el castellano, que “no conoce el sosiego ni entiende de muros ni fronteras”. El escritor no olvidó mencionar a su madre y maestra de Literatura en Secundaria, Luisa Mercado, que fue quien le enseño a leer el Quijote.
Felipe VI definió al premiado como “una rama esencial de ese árbol que es la literatura cervantina”. Y sobre los sucesos en su país, le dijo:
El autor, el primer centroamericano que recibe el galardón, rindió homenaje a su paisano Rubén Darío
“En estas horas difíciles, toda España lleva a Nicaragua en su corazón”.
El ministro de Cultura, Íñigo Méndez de Vigo, consideró por su parte que Ramírez “ha dotado de porvenir a la cultura de Iberoamérica al cargarse a la espalda a la generación posterior al boom”.
A la ceremonia asistieron el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y la presidenta madrileña, Cristina Cifuentes, cuyo saludo con un par de besos fue el más fotografiado del acto. Fue además, dijeron las lenguas de doble filo, el retorno de Cifuentes a la universidad.
Entre las novelas de Ramírez destacan Castigo divino, Margarita, está linda la mar o Sombras nada más, y entre los libros de relatos, El reino animal o Perdón y olvido.