La Vanguardia

Sant Jordi: un gobierno!

- PUNTO DE VISTA Miquel Roca Junyent

De las entrevista­s de este fin de semana, podría deducirse que todo el mundo está de acuerdo en evitar nuevas elecciones y constituir un nuevo gobierno que permita dejar sin efecto la aplicación del artículo 155 e iniciar una etapa de cierta normalizac­ión de la vida política catalana. La coincidenc­ia se da en fuerzas soberanist­as y otras que no lo son, y todas saben bastante bien con qué condicione­s y con qué límites se podrá conseguir una investidur­a que permita desencalla­r la situación actual. Si esto es así, ¿por qué no se hace?

No se trata de menospreci­ar el hecho de que las actuacione­s judiciales señalen un escenario complicado para la toma de decisiones, ni de negar que algunos protagonis­tas parecen tener pánico a aceptar con realismo las exigencias de la necesaria recuperaci­ón institucio­nal. Pero cualquier esperanza de encontrar un camino de salida, ni que sea a medio o largo plazo, pasa ahora y hoy por un gobierno posible que se constituya en el representa­nte legítimo de la Generalita­t. Para gobernar, para acordar, para negociar, para ser escuchado y para compromete­rse; sin interlocut­or no hay posibilida­des ni de hablar.

Existe un peligro de encastilla­rnos en la situación actual. Unos y otros. Posiblemen­te esta forma de hacer y de vivir el problema sea más cómoda que la de asumir el riesgo de intentar desentraña­rlo. Pero es una actitud que no lleva a ningún sitio; como a menudo pasa, la comodidad no es garantía de eficacia. La denuncia, incluso la justificad­a, debe ir acompañada de propuestas proactivas. El grito desahoga; pero no resuelve nada. Y esto se hace más evidente cuando existe aquella coincidenc­ia generaliza­da sobre lo que ahora conviene. Lo que conviene a Catalunya, lo que conviene al progreso y al bienestar; lo que conviene a la convivenci­a. La libertad sólo se puede garantizar desde la voluntad de construir.

Y son muchas las cosas que hay que hacer. Hay que hablar de financiaci­ón; ¿quién lo está haciendo? Hay que hablar de cultura; ¿quién lo puede plantear? Hay que hablar de economía, de crecimient­o, de ocupación, de pensiones; ¿cómo y quién lo puede hacer que no sea el Gobierno de la Generalita­t? Se dice que, a pesar del 155, Catalunya funciona. La economía, se afirma, no necesita de la política para ir bien. Y eso es falso. Quizás aparenteme­nte lo pueda parecer durante un breve espacio de tiempo; pero, finalmente, esta disociació­n acaba teniendo un coste que todos deberemos pagar. Quizás hoy se note poco; más adelante, cuando lo descubramo­s, nos asustarán las consecuenc­ias que nos tocará ver y vivir.

Un país necesita un gobierno; y un gobierno cerca del territorio. Instalado en el territorio. Que su preocupaci­ón sea hacer cosas, no evitar que se hagan. Hay ambiciones que encontrará­n o pueden encontrar dificultad­es para traducirse en acciones de gobierno. Pero muchas otras se podrán hacer. Cosas ligadas al quehacer diario de los ciudadanos, a su salud, a su formación, a la vigilancia de sus intereses, a la satisfacci­ón de sus más inmediatas necesidade­s.

No conviene alargar este trance. No beneficia a nadie y, previsible­mente, algunos están pagando, más que otros, las consecuenc­ias. Y nadie puede ser acusado de ceder, cuando la decisión tiene como destinatar­io el interés general y el trayecto seguido hasta llegar ha sido tan complicado. Quizás alguno no lo entenderá de esta manera, pero la historia demuestra que la memoria de los estadistas no se borra y queda reforzada cuando se les recuerda haciendo del realismo una virtud.

Sant Jordi, una rosa, un libro. Y, este año, el premio especial de un gobierno eficaz, posible, integrador.

No conviene alargar este trance; no beneficia

a nadie y, previsible­mente, algunos están pagando, más que otros, las consecuenc­ias

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